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Hay personas en el mundo que son perfectas.

Una simple mirada a ellos, y te atraen. Tienen belleza, habilidades, talento, hermosas sonrisas y ojos llamativos. No puedes comprender cómo existen, cómo pueden vivir sin tener defectos. Estás tan lejos de ellos que estás convencido de que no tienen problemas en su vida, pues su existencia está simplemente más allá de la tuya.

Fourth se sentía así con Gemini.

La inferioridad era una cosa. Fourth era simple: usaba el mismo abrigo los 7 días de la semana, ganaba apenas el salario mínimo en su trabajo. Su cabello estaba cepillado de manera simple, su actitud era simple, todo sobre él era... ordinario. Fourth pasó 23 años de su vida sintiéndose ordinario.

Gemini no era ordinario en lo absoluto.

Él era grandioso. Rebosante de lujo, riqueza, exudaba una elegancia que te hacia querer convertirte en él, pero al mismo tiempo estar con alguien como él. Sus hombros eran anchos, su cabeza alta, alto en su estatura y confiado en su comportamiento. Sus palabras eran elegantes, suaves, salían de su boca sin pensar, sin dudar. Era como si no fuera humano en absoluto, tan lejos y por encima de cualquier otra persona, tan perfecto.

Asustaba a Fourth. Pero ahora, mirando a través de las puertas de madera y viendo al hombre de cabello rubio acostado de espaldas, con los ojos cerrados, luciendo débil y más pequeño de lo que Fourth lo había visto alguna vez, su percepción cambió.

Jenn estaba dentro de la habitación con algunos médicos, discutiendo algo en voz baja. Parecía asustada, con los ojos un poco abiertos. Fourth esperaba que Gemini estuviera bien. Prim se había ido hace media hora porque tenía que trabajar temprano al día siguiente y tenía que irse a dormir, pero Fourth decidió quedarse, olvidarse de la necesidad de dormir de su cuerpo, pues ahora mismo, Gemini era más importante.

 "Gracias." Jenn dijo suavemente, alcanzó la puerta y salió. Vio a Fourth, luciendo un poco agitado. "¿Por qué sigues aquí?"

"Solo quiero saber si está bien, es todo" Fourth dijo suavemente y vio a Jenn sacar un cigarrillo, encenderlo con la otra mano y luego dejar salir el humo de sus labios descoloridos.

"No lo sé." Murmuró Jenn , menos tensa de lo habitual, pareciendo nerviosa... Fourth nunca la había visto nerviosa antes. Jenn también parecía ser perfecta en cierto sentido. "No fue un ataque al corazón, gracias a Dios".

"¿Qué fue?" le preguntó, y Jenn suspiró. "Un ataque de pánico. ¿Te imaginas? Es tan estúpido" se quejó, dándole otra calada al cigarro. "Tenía miedo de que se hubiera lastimado o algo peor, pero solo son sus estúpidos nervios siendo erráticos" Jenn dijo, y Fourth la vio alejarse.

"¿Ataque de pánico? ¿Pero, por qué? Gemini parece tan..." Jenn se rio entre dientes, pasándose una mano por su cabello oscuro. "Si se despierta, llámame".

Fourth la vio alejarse y luego se sentó en uno de los asientos de afuera. Una enfermera pasó junto a él y suspiró. "Realmente deberías irte a casa, cariño. ¡Éste no es lugar para que un joven como tú pase la noche!"

"M-mi amigo está ahí. Solo necesito asegurarme de que esté bien" Fourth dijo suavemente. La mujer sonrío. "No te preocupes, cariño, se lo diré cuando esté despierto. Deberías irte a casa y descansar un poco".

"Estoy bien. Me sentiré un poco más tranquilo si me quedo" dijo Fourth, viendo salir a los médicos. "Oh- um- está- ¿está bien?" les preguntó, levantándose.

"Está bien, esto les sucede a muchos hombres. Solo está trabajando demasiado. Desde la depresión les han dado a muchos hombres el trabajo de diez. No es de extrañar que se pongan un poco ansiosos. Pero no debes preocuparte, él estará bien mañana en la mañana" El doctor se rió entre dientes. "¿Su esposa sigue aquí?"

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