17

83 12 7
                                    


Fourth se miró a sí mismo en el espejo, con sus ojos cristalizados, llenos de lágrimas. No eran de tristeza, más bien, eran gracias a las incontables noches de insomnio y pensamientos de mujeres revolcándose.

Su camisa blanca cayó por su hombro, su barbilla se inclinó hacia su reflejo, dejando ver su piel pálida, reluciente. Su diamante reposando en la parte inferior de su clavícula, brillando. La piedra enjoyada le trajo mucha satisfacción, una que los miserables sucesos cotidianos no podían cumplir.

Fourth estaba sentado en el pequeño asiento blanco frente al tocador de Prim que había traído de casa. La madera blanca en la parte superior le recordaba su delicada belleza, en la que no se esforzaba demasiado. Sus labios siempre de un bonito tono rosa se volvían más rosados con labial o bálsamo. Sus mejillas se sonrojaban, contrastando maravillosamente con su cabello rubio que siempre caía en rizos sobre sus hombros. Su cuerpo pequeño, siempre luciendo más pequeño cuando usaba sus vestidos amplios. El rosa claro en la punta de sus dedos hacía que sus manos más pequeñas se vieran bonitas, todo su físico era bonito, todo sobre ella... era bonita, bonita, bonita.

Fourth nunca estuvo enamorado de ella, siempre la había envidiado.

Porque en el fondo, desearía poder ser ella.

Prim podría haber estado con Gemini, ella habría satisfecho todos sus deseos. Se habrían besado y Gemini habría sostenido su pequeño cuerpo entre sus brazos, y sus llamativas apariencias rubias se habrían fusionado como agua y arena. Fourth y Gemini no eran como el agua y la arena. Eran agua y fuego.

Cada acercamiento a Gemini era explosivo, estallando cada vez en una llama más grande. Nunca podrían estar juntos afuera. Fourth nunca podría ser lo que Gemini realmente anhelaba, y esa era la verdad que escondía con vigor. Si Fourth fuera una mujer, todo sería mucho más sencillo.

Hace meses, unos días después de su matrimonio, Fourth estaba seguro de estar enamorado de Prim. Siempre la había encontrado hermosa, siempre había querido estar más cerca de ella, ver cómo se movía, cómo hablaba... Pero nunca estuvo enamorado, solo era deseo. Un fuerte deseo de ser como ella.

No una mujer. Pero, bonito.

"¿Fourth?" Escuchó la voz de Prim. Había regresado del trabajo. Estaba junto a la puerta. Fourth volteó la cabeza hacia ella, luciendo precioso a la luz de la luna, como una flor. "¿Estás bien?"

El chico asintió, dándole una pequeña sonrisa. "Lo estoy." Dijo en voz baja. "¿Cómo uhm- cómo estuvo el trabajo?"

"¿Has estado llorando?" Prim preguntó en voz baja. Sonaba cariñosa, pero en realidad, estaba inquieta. Siempre lo estaba cuando veía a Fourth ser tan frágil, tan... femenino.

"No. No, yo-" Fourth comenzó a decir, levantándose del pequeño asiento, acomodando el hombro de su camisa. "Estoy bien."

"Esa camisa parece demasiado grande para ti" señaló Prim, confundida. Fourth sintió la fina tela de la que estaba hecha la camisa y se mordió el labio. "E-es de Gemini. Debí haberla tomado accidentalmente en Francia." Fourth dijo, tímido.

"Está bien. Iré a hacer la cena." Prim dijo, dándose la vuelta para salir. Fourth exhaló un suspiro y luego caminó hacia su estudio para encontrar el único teléfono en su casa. Estaba a punto de llamar al número de Gemini, pero vaciló.

No sabía si llamar al hombre era la mejor opción en ese momento. La última vez que se habían visto, se habían comportado tan inestables, tan desiguales, se habían quedado en un punto en el que Fourth no quería estar. Con todo lo que pasaba en casa, en el trabajo, en cualquier otro lugar, pelear con Gemini se sentía horrible. Gemini era su única fuente de felicidad en ese momento, por muy poco saludable que pareciera.

somebody to love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora