Epílogo

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5 años después

Un fuerte chillido llenó la sala de estar, seguido por el sonido de pies golpeando contra los paneles de madera de la casa. Las risitas resonaron a través de las paredes de la casa, convirtiéndolo en el único sonido que se escuchaba.

"Bueno, ¿no estás emocionada hoy?" Jenn dijo suavemente, con una sonrisa en su rostro, sosteniendo a la pequeña niña de 5 años que acababa de saltar de un sofá a otro, haciendo escándalo. La niña se rió de las palabras de su madre y saltó del sofá para correr alrededor de la mesa de madera de roble.

"Joan" dijo Jenn de nuevo, el cabello corto y negro de la niña rebotando mientras saltaba por la habitación. "Necesito que te calmes, gastarás toda tu energía, amor".

"¡No!" Joan exclamó triunfante. "¿Dónde está papá?" Preguntó, mirando más allá de las escaleras hacia la sala de estudio, la puerta que siempre estaba cerrada. Jenn se acercó a la pequeña, agachándose a su lado para arreglar su cabello y quitárselo de la cara.

"Papá está trabajando" dijo Jenn con suavidad.

"¿Por qué siempre está trabajando?" Preguntó Joan, poniendo sus pequeñas manos sobre los hombros de su madre. "Papá nunca está aquí".

La sonrisa de Jenn vaciló, y miró hacia la puerta cerrada durante unos segundos, regresando después a su hija. "Eso no es cierto, cariño. Papá ha estado ocupado estos días." Jenn dijo suavemente, su propio cabello negro siendo tirado por la niña.

"Está bien..." murmuró. "¡Voy a ir a jugar con mis muñecas!" Dijo en voz alta y luego corrió a su habitación. Jenn le dio unas palmaditas en la cabeza para despedirla y luego se puso de pie, mirando sus manos, el anillo de oro alrededor de su dedo anular.

Habían pasado 5 años desde el nacimiento de su primera hija, Joan. Se habían mudado a una casa más grande, más cerca del lugar de trabajo de Gemini y Jenn, más lejos de donde solían estar. La vida avanzaba como agua en calma, sin olas altas ni asperezas, solo movimiento natural.

Jenn abrió la puerta del estudio y vio a Gemini. El hombre estaba sentado en su silla, con un bolígrafo en la mano, escribiendo en un documento para el trabajo. Jenn solo lo miró desde la puerta.

"Está molesta, ¿sabes?" dijo Jenn en voz baja. Gemini la miró, su cabello rubio echado hacia atrás. "Dijo que siempre estás trabajando".

Gemini dejó su bolígrafo y se levantó de su silla, caminando hacia Jenn. "Eso no es cierto, solo he estado ocupado esta semana. Joan es bastante dramática" Gemini dijo, y Jenn se rio de él, agarrando su camisa para presionar rápidamente sus labios juntos.

Jenn se apartó, tocando el cuello ajeno. "Gemini" susurró, mirando sus ojos cansados. "Deberías tomar un descanso."

"Tengo que trabajar, Jenn. Sabes que el gran caso judicial se acerca y, si éste sale mal, mi cliente terminará en prisión por un crimen que ni siquiera cometió, y todo es tan poco ético..."

"Lo sé, mi amor" dijo Jenn, con su voz siempre tan cariñosa, con un tono maternal, uno al que se había acostumbrado. Su descaro había desaparecido. Estaba tranquila, era gentil, cálida, pero seguía siendo fuerte y manteniendo la cabeza en alto. Ahora era quien siempre quiso ser. "Pero no está mal tomarse unas horas para pasar tiempo con sus hijos, ¿verdad?"

"Está bien, si insistes." Gemini dijo, pasando un mechón de cabello negro detrás de su oreja. "Podría llevar a los niños afuera, tal vez a la orilla del río. Podríamos alimentar a los patos".

"Dios, suenas como un padre de 50 años. Continúa". Jenn se rio entre dientes y Gemini rio disimuladamente, caminando hacia la habitación de Joan. Jenn lo siguió.

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