Capitulo 6

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Narra Hana Sakura

Frío, eso tenía. No se cuanto tiempo llevaba encerrada en esa húmeda habitación pero mi cuerpo empezaba a fallar. Los dedos de mis pies estaban descalzos contra el gélido suelo. Mis rodillas dolían de estar tanto tiempo dobladas en contra de mi pecho. El cuello lo tenia entumecido de tanto esconder la cabeza entre mis piernas y mi cara se sentía pegajosa de tantas lágrimas resecas que se hallaban en ella.

Era un lugar horrible, ese lugar al que llamo casa no era mas que unas cuatro paredes y un cuarto oscuro lleno de humedad y mal olor. No me gusta estar aquí. Quiero salir, quiero a Haru. El es el único que puede estar a mi lado, el único que puede ayudarme a olvidarme de todo esto, de la maldición que he traído a mi familia.

En medio del silencio sepulcral escucho como unos pasos se acercan a la puerta. Al prestar mas atención se me eriza la piel y mis ojos vuelven a inundarse con mas lagrimas. Se escuchan claramente, como en un película de terror, dos pasos y un golpe de bastón. Con cada paso que dan del otro lado mi cuerpo empieza a temblar. Presa del pánico intento levantarme pero lo único que consigo es volver a caer en el mismo sitio.

La puerta es abierta con tal lentitud que hace que el chirrido de la puerta parezca eterno. Lo primero en entrar en la habitación es la luz del pasillo que logra iluminar todo el espacio casi al completo. Luego la figura de una señora mayor se hace presente. Se trata de una mujer encorvada que se ayuda de un bastón debido a una leve cojera. Tiene el pelo blanco, un claro símbolo que demuestra el tiempo que lleva viva y una mirada perturbadora llena de rencor y desprecio. Esa señora... es mi abuela.

- ¿Ya has pensado en lo que has hecho, demonio?

- S-sí, no volveré a hacerlo abuela.

- Oh, claro que no. Me voy a encargar personalmente de que no se te vuelva a ocurrir volver a salir de este lugar nunca más.

Después de esa conversación lo único que recuerdo es el ardiente dolor que dejaba su bastón al golpear mi cuerpo. Con tan solo seis años de edad ese es el único recuerdo que tengo de mi infancia. Estar siempre encerrada en un sótano descuidado por simplemente existir. Lejos de aquellos a los que tendría que llamar familia, lejos de la sociedad de la que tanto quería formar parte y sobretodo lejos de la única persona que si me quería, Haru.

Ambos venimos de una familia adinerada, éramos de la familia Sakura. Desde los tiempos de los samarias mi apellido ha sido de los mas reconocidos en el país y por ello nuestra apariencia y reputación era lo mas importante, algo que debíamos mantener. Cuando nuestra madre anuncio que estaba embarazada de mellizos la casa se lleno de una alegría incomparable. Todos estaban felices y esperaban con ansias nuestra llegada, pero todo cambio cuando nacimos.

Nuestra abuela, cando nos vio puso el grito al cielo y acuso a mi madre de bruja. Que gracias a ella nosotros habíamos traído la mayor deshonra a la familia. El aspecto de Haru no supuso un gran problema ya que según mi abuela con una buena esposa el legado de los Sakura podría continuar sin esos rasgos demoniacos, pero en el caso de la niña, es decir el mio, se considero una maldición que condenaba a todo el legado familiar. Si en el caso de Haru todo se solucionaba con una esposa, en el mio no se encontraba ninguna solución ya que toda la vida que yo engendrara llevaría tanto tiempo en mi interior que terminaría pasándoles la maldición a ellos.

Con este argumento, mi familia empezó a separarnos a ambos cada vez mas. A mi me encerraban en el sótano para que nadie mas supiera de mi despreciable existencia, en cambio a Haru le permitían andar por la casa. Siempre que respetara dos simples normas. Una, que no los buscara para nada y la segunda que nunca me dejara salir del sótano.

Come here, little bunnyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora