- ¡Larguense de aquí! -

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Con la sangre de sus compañeros sobre sus ojos, dificultándoles ver a su enemigo, los aldeanos levantaron inútilmente sus lanzas contra la bestia que les destrozaba sin que ninguno de ellos pudiese evitarlo.

El ejercito de infantes que habia tomado las armas, inspirados por la leyenda de Cerebrate, rápidamente perdieron todo su valor apenas vieron como el acero demi-humano cortaba por la mitad a sus padres.

EL primer instinto de los más jóvenes invadidos por el miedo fue escapar, pero apenas habían dado dos pasos en su retirada cuando aparecieron por la retaguardia las fuerzas de avanzada del ejercito demi-humano, que apenas en una fracción de segundo hicieron que los jóvenes cambiaran la dirección de su huida, lamentablemente, en la nueva dirección en la que corrían encontraron a Baffarot, que al menos les dio una muerte limpia.

El general gacela se encontraba a la altura de su reputación. Aquel demihumano, fiel a sus reglas no dejaría atrás un solo superviviente. Asi eran las cosas cuando Baffaron se encontraba a cargo.

Ese demi-humano herbívoro, no se presentaba en el campo por la carne de los humanos. No tenía interés en capturarlos y formar una granja. Incluso esclavizarlos no era algo que le dieran tranquilidad o placer.

La guerra, la guerra era todo lo que él desea, y de los humanos tan solo anhelaba el reto que reasentaba conquistarlos, y nada más.

No era algo común que esta bestia se prestara para esta clase de batallas pese a ser el único demi-humano capaz de ordenar a tantos jefes tribales, y es que, él había perdido el interés en esta guerra hace mucho tiempo. Alguna vez, cuando los demás generales lo acusaron de cobarde y traidor, este expreso que no tenía interés en participar en una guerra que se encontraba ya prácticamente ganada y de la cual él y su tribu no podían ganar nada.

La razón de su presencia era un misterio, pero las consecuencias de que él estuviese aquí, provocaron que Cerebrate tomara una decisión...

An, Risha, Reina y Shiori, las cuatro se encontraban librando una batalla perdida. Risha, la única vanguardia solidad del equipo, jadeaba pesadamente intentando contener el dolor y el sangrado causados por perder su brazo. An arrojaba débiles hechizos de recuperación con la poca de mana que le quedaba; pero apenas fue capaz de detener el sangrado.

Shiori lidiaba con la frustración, no le quedaban flechas especiales ni mana para potenciarlas, por lo que cada uno de sus tiros terminaba en nada. Las flechas rebotaban contra el grueso pelaje de los jefes tribales.

Y Reina... por su expresión no era difícil saber que no le quedaba una sola gota de mana. La atacante más poderosa del equipo, era ahora solo una carga.

Cerebrate se asustó de sí mismo. No podía creer que este escenario se hubiese presentado de la misma manera en la que siempre se lo había imaginado...

Para el desconcierto de sus enemigos, Cerebrate dejó escapar una carcajada mientras el búho bajaba en picada y el hombre serpiente atacaba por la espalda. El aventurero se burló en ese momento de su yo del pasado, pues siempre le había dicho a ese idiota, que esto pasaría tarde o temprano.

Era momento de afrontar las consecuencias de su error...

Mientras las garras, los diente y la espada pasaban a pocos centímetros de su piel, el aventurero recito: -[Acelerar flujo mayor]- Y ese hechizo, se convirtió en lo último que escucharon de él sus enemigos antes de percatarse de que el aventurero había desaparecido.

Los niños y los pobladores gritaban por ayuda. El acero de Risha aun chocaba contra las armas de sus enemigos. Pero Cere no se presentaba a dar ayuda a ninguno de los dos grupos.

Konosuba: ¿Amigo o enemigo? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora