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Fermín
Me levanté aquel día sin ganas de nada. El entrenamiento era una de las pocas cosas que me mantenían vivo. Que me sacaban una sonrisa, a pesar de todo lo que ocurría fuera de ese gran complejo deportivo que me vio crecer. Nada más llegué, veinte minutos antes de que comenzase el entrenamiento, como siempre, había alguien esperándome.
Más bien, varias personas. Entre ellas mis jefes.
-Explícame que es esto, por favor.
Flick extendió una gran cantidad de periódicos. Eran todo revistas del corazón y todas tenían una cosa en común. Mi cara salía en portada. Y no solo la mía, la de Vic también.
El día anterior, mientras conducía hacía el entreno, la vi correr cerca de mi casa. Y tuve la idea de llevarla a la Ciutat. Después de su drama de niña pequeña por quedarme con el último café y el último postre.
-Solo le ofrecí llevarla aquí, nada más. Han hecho de un grano una montaña.
Mi nuevo entrenador suspiró, frustrado. Estábamos reunidos en la sala de juntas él, Joan, los directivos de prensa y yo. Vic estaba con Gavi en su rehabilitación y no vino.
-Cuando te dije que intentaras arreglar los problemas con mi sobrina, no me refería a que vuestras caras aparezcan en portadas.
Estaba muy furioso. No solo se notaba en su tono, sino en su rostro.
-Hansi...
Joan, el presidente del club, intentó frenar al alemán. Quien de no ser por la mesa seguramente ya me hubiera pegado un buen puño.
-No. De Hansi nada - exclamó el de ojos azules -. Que haga lo que quiera, pero a mi sobrina que no la meta. Ojito con lo que haces - amenazó, apuntándome con su dedo y mirándome como si quisiera matarme.
-Fue ella quien hizo todo el paripé del café y del postre.
Ninguno me miró bien. Y cuando digo ninguno, fue ninguno.
-Fermín, no empieces.
Marc, el jefe de prensa, habló por primera vez desde que llegué.
-Lo mejor es que no sigas picándola - aconsejó el hombre de gafas y cabello castaño que recién habló -. Lo más conveniente es que dejéis ese pique que os lleváis y paséis el uno del otro.
A parte de asentir con la cabeza, no dije nada más. Seguí escuchándoles parlotear sin prestar atención alguna, solo mirando a través de la ventana como mis compañeros corrían por el campo.
Quince minutos después, salí de allí seguido de Hansi.
-Mañana es el partido. Te quiero centrado, junge.
Me giré para mirarle. Él y su sobrina se parecían un montón. O al menos eso me parecía a mí.
-Es wird keine probleme geben, Herr - dije en alemán al de ojos azules.