Circo

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Hace muchos años atrás alguien tuvo un sueño, un pequeño e insignificante sueño que, pese a que su propio dueño lo había olvidado logró tomar conciencia de si mismo. Siendo tan pequeño y sin nadie a quién pertenecer sus posibilidades de desaparecer eran muy altas.

"No quiero morir" Pensó el ente con temor, ¿Qué podía hacer para evitar desaparecer? Esa pregunta rondó en su mente por días, pensó, pensó y pensó hasta que en una noche de luna nueva finalmente se le ocurrió algo "Buscaré a una persona digna que sea mi portadora y dejaré que construya mi mundo. ¡Así jamás moriré!"

*****
Era otoño, el viento frío hacía bailar a las hojas doradas de los árboles en su jardín. Ella no podía evitar reír y sentirse emocionada ante la idea de poder ir y corretear esas hojas, tanta era su emoción que de vez en cuando daba pequeños saltitos sobre su lugar.

-- Señorita Claudia, por favor quédese quieta -- Pidió la pobre sirvienta que estaba batallando para que la chiquilla se dejara cerrar el suéter.

-- Oh, lo siento. Es solo que estoy emocionada, ¡Es mi primera salida en meses! -- Contestó la niña de 8 años aplaudiendo ligeramente -- Y ya es otoño, en esta época del año las panaderías y jugueterías empiezan a tener un olor especial.

-- Lo sé joven dama. Pero sus padres me van a regañar si no me permite abrigarla para que no se enferme.

-- ¡Claudia! ¿Estás lista?

La sirvienta cierra apresuradamente el abrigo y coloca sobre los cabellos negros de la niña una boina francesa, la última moda invernal para una señorita de alcurnia como ella. La niña sale corriendo con prisa por las escaleras, en el piso de abajo la esperan su padre y madre con sus respectivos abrigos y algunas miradas acusadoras.

-- Claudia, ¿Cuántas veces te he dicho que no bajes las escaleras corriendo? -- Regaña su madre cuando ella llega agitada con ellos -- ¿Estás segura de que quieres salir hoy? Tus pulmones siguen débiles y no creo que debas moverte tanto...

-- ¡No! ¡Quiero salir! -- Se queja con un pucherito infantil -- Estoy bien, la tos ya se fue, puedo salir con ustedes.

La madre mira a su esposo y este, con una sonrisa complaciente asiente. Los tres salen de la casa y abordan un carruaje que ya los estaba esperando, un lujo nada raro para los Phantomhive, que a pesar de no poseer un título de nobles o algo así eran importantes comerciantes dentro de Inglaterra siendo su hija, Claudia Phantomhive, muchas veces la que los ayudaba a darles inspiración para nuevos productos que interesara a la audiencia infantil.

Ella tenía una vida cómoda rodeada de personas que la amaban, pero desgraciadamente su salud era algo endeble. No hace mucho había pasado por un resfriado que derivó en fiebre escarlata y estuvo rozando el límite de la vida, sin embargo, después de meses de aislamiento y cuidados intensivos por fin podía salir a jugar y divertirse como cualquier niña de su edad.

-- ¡Espera Claudia!

El grito de su padre no detiene a la chiquilla que apenas ve el carruaje abierto, baja y empieza a correr por el pequeño parque al que han ido. Sus ojos azules están llenos de luz otoñal, sus manos recogen hojas del suelo y las lanza al aire para después soltarse a reír de su propia gracia, corre por todo el parque e incluso un poco más allá hasta que de repente, justo cuando esta en el límite de la calle ve un carruaje pintado de colores pasteles dirigirse a ella, su conductor es un hombre de largos cabellos plateados y un traje a rayas grises, moradas y blancas que jala fuertemente de los caballos blancos con tocados de plumas para detenerse.

-- ¡Oww~! ¡Hey allá abajo, ten más cuidado al cruzar pequeña~! -- Le dice él con una gran sonrisa, la pequeña no contesta nada pues esta fascinada con la extravagancia del vehículo en general.

MISERY IN THE NIGHT Donde viven las historias. Descúbrelo ahora