Una semana había transcurrido desde que Grey ingresó al hotel, y el ambiente que antes estaba lleno de confrontaciones había cambiado notablemente.
Al principio, la interacción entre él y Alastor se caracterizaba por constantes discusiones y peleas, creando un clima de tensión que era palpable para todos.
Sin embargo, tras varios regaños de la princesa, ambos habían logrado encontrar un entendimiento y, sorprendentemente, comenzaban a comportarse.
En una tarde tranquila, Alastor se sumergía en la lectura de un libro, su concentración plena en las páginas.
A su lado, la princesa se había acomodado en su regazo, compartiendo un momento de cercanía que contrastaba con la animosidad previa.
Ambos disfrutaban de una taza de té, el vapor elevándose en suaves espirales, como si la calma que los rodeaba se manifestara en cada sorbo.
La escena, aunque inusual, era un retrato de serenidad. Alastor, con su mirada atenta y su habitual aire de sofisticación, parecía relaxado, mientras que la princesa, con una sonrisa tranquila, saboreaba la intimidad del momento.
Aquella calma era un testimonio de cómo las tensiones podían transformarse en conexiones, un hilo invisible que los unía en medio del caos que rodeaba sus vidas en el hotel.
Mientras el mundo exterior continuaba su curso, en ese rincón acogedor, Alastor y la princesa compartían no solo el té, sino también un entendimiento renovado, marcando el comienzo de una nueva etapa en su relación, una que prometía ser más profunda y significativa que la enemistad que había definido sus interacciones pasadas.
La tranquilidad que envolvía a Alastor y la princesa fue abruptamente interrumpida por la entrada de Vaggie, quien azotó la puerta de la biblioteca con un golpe que resonó en el aire.
Dirigiéndose hacia la pareja, su mirada se posó en ellos, y una punzada de celos la atravesó al ver la cercanía entre Alastor y Charlie.
Era un sentimiento amargo que la consumía, pues el estúpido demonio de la radio le había robado, de alguna manera, a su novia.
Vaggie sabía que había sido ella misma quien había decidido romper con Charlie, pero esa lógica no mitigaba el dolor que sentía al ver a su pareja en una situación tan íntima con otro.
La ironía de su propia elección la llenaba de frustración, y el contraste entre su propia soledad y la felicidad que emanaba de Alastor y Charlie resultaba insoportable.
Mientras avanzaba, su corazón latía con fuerza, y en su pecho se agolpaban emociones encontradas: ira, tristeza y un profundo anhelo.
Vaggie se dio cuenta de que, a pesar de haber tomado la decisión de separarse, la conexión que una vez compartió con Charlie aún la perseguía, ardiendo como una herida abierta.
Alastor, aún sentado junto a Charlie, extendió la mano de manera juguetona y cortés hacia Vaggie, un gesto que pretendía ser amistoso.
Sin embargo, ella lo rechazó con un golpe despectivo, apartando su mano con desdén. No tenía interés en la amabilidad del demonio; su corazón estaba lleno de rencor y celos.
—Charlie, pensé que iríamos a comprar algunas cosas para el hotel.
Dijo Vaggie, esforzándose por sonar amable, aunque la tensión en su voz delataba la tormenta de emociones que la consumía.
—Lo siento, Vaggie... pero ahora mismo estoy en mi hora de descanso. Tal vez en otro momento.
Respondió la princesa, su tono sereno, ajena a la creciente incomodidad en la sala.
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𝕬𝖒𝖔𝖗 𝖊𝖓 𝖊𝖑 𝖎𝖓𝖋𝖎𝖊𝖗𝖓𝖔 ||| Hazbin hotel
Randomremake de "el amor también existe en el infierno"