Humo

682 99 14
                                    

Era de madrugada cuando percibió por primera vez el olor amargo y familiar del humo, entrando por la rendija de la puerta.

El olor era leve al principio,  a duras penas suficiente para removerla en sueños,  pero pronto su garganta se sentía aspera y respirar dolía a causa del calor. Cuando finalmente comprendió lo que sucedía, su cuerpo entero rebotó, sus ojos abriendose de golpe solo para ser recibidos por el ardor infernal del humo que se aglomeraba lentamente sobre ella.

— Caleb — Fue lo primero que se le vino a la mente mientras que se ponía de pie, el humo era fuerte y podía sentir el calor del fuego bajo sus pies descalzos.

Un incendio.

El miedo se inataló en su pecho mientras tosía,  intentando hacer su camino hasta el otro lado de la habitación,  sus lágrimas inundando sus ojos y corriendo por sus mejillas a causa del miedo y del humo. Parpadeó en un intento de encontrar el camino.

El diseño de la casa había sido lo que le había motivado a comprarla en primer lugar.

Dos habitaciones unidas por un baño habia parecido perfecto y este precios instante, se alegraba de haberlo pensado. La puerta del baño estaba cerrada en su habitación,  lo que era extraño, siempre la dejaba abierta para poder escuchar si su hijo llamaba por ella.

O si el bebé lloraba.

Pero esos pensamientos pasaron a segundo plano cuando notó agradecida que el baño estaba libre de humo, al igual que la habitación contigua. Sin embargo no tenía demasiadas esperanzas al ver como el pequeño remolino negro comenzaba a formarse por debajo de la puerta que daba al pasillo.

Corriendo hasta sus niños, se aseguró que ambos estuvieran respirando,  el pequeño bebé de dos meses estaba despierto pero tranquilo (al menos hasta que percibió su presencia) mientras que el mayor, de año y medio estaba dormido profundamente

— Caleb, Caleb despierta — Pidió, sacudiendo a su pequeño, que inquieto al ser despertado bruscamente comenzó a llorar pidiendo por ella — Aquí estoy mi amor, mami está aquí.

Leah miró a su alrededor, intentando desesperada encontrar una via de escape.  Ambas puertas exteriores daban al pasillo, pero el humo...¡El humo!

Con el corazón hecho pedazos por tener que dejar que sus hijos lloraran desconsolados se incorporó, pidiendo a su mayor quedarse donde estaba antes de correr de regreso a su habitación,  en donde al abrir la puerta divisoria del pequeño baño, una oscura y pesada pared de humo la recibió. Cerró la puerta de nuevo, intentando recordar las pocas cosas que sabía sobre que hacer en estos casos. Sabía que debía caer al suelo y rodar si su ropa comenzaba a arder, pero ese instante dudaba que dicha tecnica fuera de mucha ayuda.

El llanto de Caleb se intensificó, llamando su atención y encontrando a su hijo de rodillas en el suelo, gritando de dolor.

— No, no, no — Murmuró mientras corrió hasta él, gritando ella misma al sentir el piso caliente. Levantó a su hijo sintiendo impotencia al comprender que había quemado sus pequeñas rodillas y sus manitas. Lloraba ahora junto con ellos, intentando recobrar la compostura. 

En un movimiento desesperado,  puso al mayor dentro de la cuna con el bebé, asegurandose de darle suficienge espacio al más pequeño.

— Mamá los va a sacar de aquí, lo prometo — Aseguro a la par que el rugido de las llamas comenzaba a ser audible para ella. Tirando de una de las mantas de los niños corrió de nuevo hacia el baño, el humo comenzaba a penetrar por todas las rendijas, pero hizo lo unico que se le ocurrió para ganar tiempo. Abrió la llave del agua en la tina y la del grifo, permitiendo que ambos se llenaran y lanzó todas las mantas que pudo.

Llamas de Amor - Escuadron 41Donde viven las historias. Descúbrelo ahora