Tentación

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Por una semana y media, Leah intentó encontrar la forma de hacer malabares con lo poco que tenía en su cuenta bancaria para  darle a sus hijos lo necesario.  Si bien David le había ofecido su hogar, su despensa, y mucho más de lo que debía, Leah no podía evitar sentirse avergonzada. Los primeros días fueron terribles, especialmente mientras se acostumbraba al extraño horario del hombre que pasaba dos dias enteros fuera de casa y luego dos días pululando alrededor haciendo sus proyectos de carpintería y durmiendo. Solo en una ocasión Leah lo vio salir durante la noche, perfectamente perfumado y arreglado.

Tenía que admitir que el hombre se había vuelto incluso más atractivo que en la escuela, recordaba perfectamente que solía ser un chico popular y muy guapo entonces pero ahora, los hombros anchos, el cabello corto y la expresión seria hacían que Leah se sintiera especialmente...distraída cuando lo observaba en el patio usando sus herramientas (Especialmente lejos del curioso Caleb que insistía en querer salir al patio a jugar con la pulidora)

Ambos habían establecido una eapecie de rutina en la que interactuaban poco, pero la mayoria de sus interacciones  eran intensas y definitivamente la hacían sentir nerviosa. Especialmente cuando se encontraban en medio del pasillo y el hombre la miraba con tanta intensidad,  ambos recordando el sin numero de ocasiones que habían conpartido risas y momentos intimos allí mismo. 

En cuanto a los niños, Caleb definitivamente parecía sentirse como en casa y completamente cómodo con inmiscuirse en todo lo que David hacía cuando estaba en casa, lo que hacía sentir a Leah algo mortificada. Especialmente cuando el niño se colaba en el estudio (Donde David había estado durmiendo ) e intentaba  escalar en el sofá mientras el hombre descansaba. Dos días atrás Leah le había indicado que podía seguir usando la habitación principal mientras que estuviera descansando,  después de todo era su casa y ella podía dormir con Caleb sin problemas,  y David aceptó luciendo aliviado...hasta que Caleb había comenzado a saltar sobre su espalda mientras que Leah alimentaba a su bebé.

Ella se sentía terriblemente agotada debido a los golpes y aunque David había terminado la cocina en tiempo record era dificil para ella hacer malabares con los niños y todo el caos que había en el lugar debido a los arreglos. Aunque tenía que admitir que tener a David alrededor de vez en cuando no era terrible cuando podía tomar una siesta de dos o tres horas y al despertar encontraba a sus hijos perfectamente vestidos y recien duchados. Incluso el pequeño David estaba ocasionalmente tomandose una siesta.

Pero ese día, Miercoles por la tarde, era el primer día de descanso de David, ella había tomado la oportunidad para ir de compras.  Sus tarjetas finalmente habían llegado luego del reclamo en el banco y había conseguido una gran parte del seguro.  Y aunque no era mucho, si era suficiente para poder subsistir por unos meses y en ese instante aquello era mejor que nada.

Pidió prestado el auto a David unas horas y llevó consigo a Caleb, comprando algo de ropa y todo lo necesario para preparar la cena. Normalmente David traía consigo comida congelada de la estación para si mismo y cuando estaba en casa ella intentaba evitarle problemas preparando la cena y dejandola para él. Sin interferir en su rutina. Pero esa noche quería agradecerle apropiadamente con una buena cena.

Su viaje al supermercado le había hecho recordar comprarse algo de maquillaje,  pues los moretones en su rostro seguían sin desaparecer por completo y conseguía más miradas de las que le gustaría. Regresó directamente a casa y encontró a David intentanto calmar a un muy irritado bebé, el hombre la miró con alivio.

— Lo siento, no ha dejado de llorar en casi una hora

Leah dejó sus compras a un lado y se acercó a si hijo, mirando el reloj notó que  había estado fuera por más de tres horas por lo que debía estar hambriento.

Llamas de Amor - Escuadron 41Donde viven las historias. Descúbrelo ahora