1O

183 27 3
                                    

—¿Empezar de nuevo?

—Siéntate a mi lado —dijo y tomó mi mano para hacer que me acomodara en el sofá junto a él. Pasó su palma por mi cabello, peinándome de forma cariñosa como pocas veces lo había hecho—, escúchame, solo eso te pido.

Asentí, tratando de tranquilizar a mi agitado corazón que latía con fuerza solo con sentir su toque en mi cabeza y recordar su beso.

—Es verdad que hay cosas que no me gustan de ti —dijo con una pequeña sonrisa—, odio que no confíes en mí, no me gusta que seas inseguro y que siempre te sientas menos por tu forma de caminar o las cicatrices de tus piernas. Tampoco me gusta que me celes todo el tiempo, me vuelve loco y me da dolor de cabeza.

—Entiendo, pero yo...

—Fourth, quiero estar contigo, pero no quiero estarlo porque nos obligaron. Quiero empezar de nuevo y así tú puedas confiar más en mí.

—¿De verdad quieres estar conmigo? ¿Cómo una pareja?

—Sí.

No sabía qué pensar. No había razón para estar conmigo; ni siquiera era la mitad de apuesto que él. Mi forma de ser en realidad era un asco, no era divertido, ni responsable, ni amable. De hecho, siempre fui un poco berrinchudo y nunca me gustó prestar mis cosas. Cuando era un infante, peleé mucho con Gemini por los juguetes.

—Creí que no me amabas, nunca me dices que lo haces.

—Tú tampoco, nunca me has dicho que me amas.

—Te amo, Gemini, te amo mucho, Gemini Norawit —me apresuré a decir como si fuera un adolescente enamorado—. ¿Tú me amas?

—Lo hago, es solo que, la última vez que le dije a alguien que la amaba, terminé perdiendo a esa persona. No quería enamorarme de ti, pero pasó.

—No tenemos que divorciarnos, Gemini, creeré en ti.

Tomó mis manos y le dio pequeños besos.

—De verdad me gustaría y prefiero empezar de cero contigo —me abrazó fuertemente, su mentón descansando en mi cabeza—, que no existan dudas entre nosotros. Quiero seguir despertando junto a ti y que la última persona que vea antes de irme a la cama seas tú.

—También lo quiero, te amo, Gemini, te amo tanto que haré todo para que seas feliz a mi lado.

—El noventa y nueve punto nueve por ciento del tiempo lo soy, el otro porcentaje estás siendo insoportablemente celosito.

Gemini besó la punta de mi nariz y me recostó en el sillón. Me besó delicadamente en los labios y después en el cuello.

Luego sencillamente me hizo el amor. Me aferreté a su espalda con mis uñas y suspiré con cada toque; Gemini tenía esa habilidad para hacerme ver las estrellas.

Unas semanas después, caminé un poco inseguro por la orilla de la alberca. Gemini y yo al final no nos divorciamos, pero sí tuvimos una segunda ceremonia de bodas, solo entre nosotros. La ceremonia fue después de algunas citas, como si hubiéramos empezado desde cero, o compensando todos los pasos que nos habíamos saltado desde un principio. Aun creía que estaba soñando. Mientras caminaba, temía caerme a la alberca, pero mis pasos estaban siendo más firmes que de costumbre. En nuestra primera boda, nosotros no habíamos tenido una luna de miel; mi recién esposo no podía viajar lejos por el trabajo, por lo que tuvimos que realizar turismo en los mejores hoteles de la ciudad. Gemini estaba acostado tomando el sol y cada vez se ponía más moreno; se veía aún más sexy de lo que ya era.

Me recosté encima de él, chocando mi culo contra su entrepierna. Él me atrajo con más fuerza a su lado, tuve miedo de que la hamaca se rompiera con el peso de los dos, pero pudo aguantar.

—Me gusta estar aquí —dijo—, contigo a mi lado.

—A mí también, es la mejor luna de miel que he tenido.

Gemini sonrió y solo jugueteó con mi cabello.

—La mía también.

FIN.

La chica la que amaste | Geminifourth Where stories live. Discover now