Naruto - el Ciervo de las Tormentas

capítulo 17

Mientras caminaba por las calles de Fondo de Pulgas, Naruto observó que las zonas más pobres de Desembarco del Rey parecían estar mejorando. En general, el olor a cloaca era menos pronunciado que antes, y la infraestructura parecía más sólida. Había invertido una importante cantidad de capital en ayudar a reconstruir Desembarco del Rey para que volviera a ser lo que era.

Su cuerpo estaba envuelto en vendas, pues sus quemaduras aún no habían sanado del todo. Le aconsejaron que permaneciera en la Fortaleza Roja, pero como rey quería demostrar que seguía siendo apto para el servicio. Era importante que mantuviera esta imagen para evitar la pérdida de aliados mientras estuviera debilitado.

Sin embargo, Fondo de Pulgas seguía enfrentándose a desafíos. El número de mendigos en la calle seguía siendo elevado, y el consumo de drogas seguía siendo un problema crónico. No obstante, ambos habían disminuido significativamente desde que el Banco de Hierro empezó a invertir más en el reino. En general, la estrategia parecía eficaz, pues los ingresos habían aumentado sustancialmente desde que Tycho asumió la responsabilidad de gestionar las arcas.

La guerra había acarreado costes significativos, pero con una base financiera más sólida, la empresa se encontraba ahora en una posición más favorable para continuar sus operaciones. Una propuesta que Stannis había planteado consistía en perseguir el saqueo de Alto Jardín. A pesar de la amenaza anterior, al final se alinearon con los Lannister y procedieron al nuevo matrimonio de Margaery con Tommen. Esto fue la gota que colmó el vaso para su tío. Era la segunda vez que los Tyrell intentaban forjar una conexión con los Lannister.

Había llegado el momento de poner fin a sus actividades.

No podía argumentar en contra de esta forma de proceder. Les había ofrecido una rama de olivo, pero una vez más se habían alineado con su madre. Era imperativo que no se les permitiera conservar ningún recurso que pudiera utilizarse contra nosotros. Por eso había ordenado a Stannis que empezara a apoderarse de sus tierras con la ayuda de los ejércitos dornienses que habían sido enviados al norte.

Sentía que tenía que economizar con la verdad sobre los sucesos de Lanza del Sol, pero necesitaba su ayuda. La necesitaba para vencer por fin y unir de nuevo al reino.

Sin embargo, Naruto fue alertado bruscamente de la presencia de un asaltante cuando uno de los mendigos por los que había pasado saltó de repente hacia él con una daga en la mano. Sus ojos se abrieron de par en par mientras miraba al hombre, conmocionado. Se movió rápidamente hacia un lado, cogió al hombre por el brazo y lo tiró al suelo. "¿Quién te ha enviado?", preguntó, pero antes de que pudiera interrogar realmente al anciano, oyó el sonido de una flecha volando.

Inclinó la cabeza para evaluar mejor la situación. La flecha pasó volando junto a él y aterrizó en el suelo a sus espaldas. Por detrás, una mujer se abalanzó sobre él con una daga oculta en el pecho. Giró sobre sí mismo y le quitó el puñal de la mano de una patada. Sin embargo, tuvo que moverse rápidamente porque empezaron a caer más flechas.

El anciano se había recuperado de la caída e intentaba atacar de nuevo a Naruto. Fue rápidamente neutralizado al ser agarrado por la muñeca y rompérsele el brazo. Sin embargo, al otro asaltante se le unieron otros muchos ciudadanos de Flea Bottom, que iban armados y avanzaban hacia Naruto.

Éste intentó saltar por encima del grupo, pero fue alcanzado en el costado por dos flechas cuando los arqueros volvieron a disparar. Los ojos de Naruto se abrieron de par en par cuando sintió una sensación de quemazón que empezaba a recorrerle desde el lugar donde habían impactado las flechas. Al aterrizar, se dio cuenta de que las flechas estaban envenenadas y las extrajo.

Dado el número de individuos reunidos con la aparente intención de asesinarle y la calidad de las armas que utilizaban, supuso que se trataba de los Hombres sin Rostro. El hecho de que le hubieran rodeado docenas de ellos era indicativo de la decisión de su madre de contratarlos para este fin, y el despliegue de un número significativo de personal era un indicio de su determinación de asegurar su desaparición. Sus ojos brillaron en rojo cuando empezó a canalizar el chakra de Kurama. Inmediatamente sintió que el veneno remitía a medida que el aura roja empezaba a recubrirle.