Capitulo 1

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Caminé hacia ellas, inspirado, con la intención de hacerles plática. Alcé la mano, pero me quedé paralizado. Las palabras no salían de mis labios y un nudo en la garganta me apretaba. Vi cómo la pelirroja me miraba brevemente antes de seguir su camino, mientras la rubia ni siquiera volteaba a verme.

"Recuerdos y Arrepentimientos"

Mi mano quedó suspendida en el aire, a medio camino de alcanzarlas. ¿Qué estaba pensando? ¿Realmente creí que podía acercarme a dos desconocidas basándome en una alucinación? La sensación de vergüenza me invadió y sentí la mirada de extraños sobre mí.

— ¿Qué demonios me pasa? — murmuré, bajando la mano rápidamente y sacudiendo la cabeza para despejarla. Noté que aún la mantenía alzada y, al percatarme de que varias personas me observaban, improvisé la única solución que se me ocurrió — ¡Taxi! — grité, levantando la mano al ver un vehículo amarillo acercarse.

El taxi se detuvo y me subí apresuradamente, intentando dejar atrás el momento incómodo.

— ¿A dónde lo llevo, joven? — preguntó el conductor, echando una mirada rápida por el retrovisor.

— Solo... conduzca — respondí sin tener un destino claro.

Mientras el taxi se alejaba del parque, me dejé caer en el asiento, tratando de procesar lo que acababa de suceder. ¿Realmente vi a esas chicas cambiar de apariencia? ¿O simplemente mi mente me estaba jugando una mala pasada? Sacudí la cabeza para apartar esos pensamientos.

— Necesito escribir esto — murmuré, sacando mi teléfono apresuradamente.

Abrí la aplicación de notas y comencé a teclear frenéticamente, describiendo todo lo que había visto y sentido en el parque. Conforme escribía, algo comenzó a despertar en el fondo de mi memoria, algo que hacía tiempo que no pensaba.

"Mi hermano", pensé de repente. ¿Cómo pude haberlo olvidado? Como si una presa se hubiera roto, los recuerdos comenzaron a fluir sin control.

"Tenía un hermano mayor. Bueno, solo unos minutos mayor que yo. Hace tanto tiempo que a veces dudo si realmente existió. Fue él quien me introdujo a los videojuegos, quien me enseñó a ver más allá de lo cotidiano. Siempre decía que había otros mundos ahí fuera, esperando ser descubiertos.

Una vez me despertó en mitad de la noche, emocionado. Me dijo que había encontrado algo, una puerta a otro lugar. Quería que lo acompañara, pero tuve miedo. Me quedé en la cama mientras él salía de la habitación. Fue la última vez que lo vi."

Un escalofrío recorrió mi espalda al escribir esas últimas palabras. Dejé de teclear y miré la pantalla del teléfono. ¿Era posible que todo esto tuviera algo que ver con la desaparición de mi hermano? Lo había enterrado tan profundamente en mi mente que casi había olvidado esa noche. Sacudí la cabeza, tratando de no darle demasiadas vueltas.

— Llevo dando vueltas por esta rotonda por diez minutos, joven — la voz del taxista me sacó de mis pensamientos. — ¿Va a decirme a dónde quiere ir?

— Ah, claro... — respondí, tratando de volver al presente. — Al supermercado, por favor.

Tal vez comprar algo de comida me ayudaría a despejar la mente. Mientras el taxi cambiaba de dirección, mis pensamientos continuaban revoloteando en torno a los recuerdos de mi hermano. ¿Realmente sucedió como lo recordaba? ¿O solo era una distorsión de mi mente? Todo parecía tan confuso ahora.

Una vez en el supermercado, compré lo necesario para la cena. Mientras recorría los pasillos, seguía inmerso en mis pensamientos, preguntándome qué había sido de mis amigos. ¿Acaso tenía alguno cercano? ¿Tuve alguna vez una novia? Sentía que faltaban piezas importantes en mi vida, como si estuvieran desvaneciéndose de mi memoria.

El sol comenzaba a ponerse cuando salí del supermercado, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y púrpuras. Caminé sin prisa, inmerso en la música de mis auriculares, intentando ahogar el caos de pensamientos que me abrumaba.

— Ten devoción de ti mismo — murmuré al ritmo de la canción que traía una calma pasajera a mi mente.

Las calles se volvían más familiares conforme me acercaba a mi vecindario. La tensión en mis hombros comenzó a aflojarse y el ritmo de mis pasos se hizo más relajado. Ya anticipaba el momento en que llegaría a mi habitación y tal vez podría distraerme jugando.

Pero entonces sucedió.

Un borrón rojo apareció de repente en mi visión periférica, y antes de que pudiera reaccionar, sentí el impacto. Caí al suelo, golpeándome la nuca contra el pavimento.

— ¡Lo siento mucho! No estaba prestando atención — escuché una voz femenina por encima de mí.

Levanté la vista, frotándome la cabeza, y sentí que el corazón se me detenía. Frente a mí, estaba la chica pelirroja del parque. Sus ojos, de un color intensamente brillante, me miraban con una mezcla de preocupación y curiosidad.

— Yo... eh... — balbuceé, incapaz de procesar lo que estaba viendo.

Ella inclinó la cabeza, estudiándome con una intensidad que me hizo sentir expuesto, como si supiera algo sobre mí que yo no.

— Eres el chico del parque, ¿verdad? — preguntó con una leve sonrisa en sus labios.

Mi mente daba vueltas. ¿Cómo era posible que estuviera aquí, en mi calle? ¿Y cómo me había reconocido?

— Ah... sí, creo que soy yo — logré articular, sin saber qué más decir. — Te vi en el parque. Pero, ¿qué haces aquí?

Su sonrisa se ensanchó, y algo en su mirada sugería que había mucho más detrás de esa pregunta.

— Solo estaba explorando el vecindario — respondió con una ligereza que me resultó desconcertante. — Es un lugar interesante, ¿no crees?

Antes de que pudiera responder, ella miró más allá de mí, como si hubiera visto algo.

— Lo siento, tengo que irme — dijo rápidamente. — Pero estoy segura de que nos volveremos a ver pronto.

Con eso, se alejó corriendo, dejándome sentado en la acera, confundido y con el corazón acelerado. Me levanté, mirando alrededor para ver qué había captado su atención, pero no había nada fuera de lo normal. Solo el suave zumbido de las farolas llenaba el aire del atardecer.

— ¿Qué demonios está pasando? — murmuré, reiniciando mi camino hacia casa.

Este encuentro inesperado había despertado más preguntas que respuestas. Y tenía el presentimiento de que mi vida estaba a punto de cambiar, aunque aún no sabía de qué forma.

Al llegar a casa, abrí una carta que había recibido días antes. Reconocí la letra de mi padre:

— "Recuerda, hijo, siempre estaremos contigo, tu madre y yo. No lamentes las pérdidas ni trates de evitar hablar con la gente. Vive normalmente. Te queremos."

Leí la carta en silencio y, después de una pausa, susurré:

— Te extraño, papá.

Fin del capítulo 1

Hilo de brechaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora