Cuando recupere mi conciencia me vi postrado en una cama la cual estaba en un lugar que no conocia, despues la vi a ella sentada en el borde de la cama, asi me toque la frente la cual tenia una venda, ¿Qué me paso mientras estaba inconsiente?
— ¿Estas bien? — me pregunto, solo suspire.
— Creo, ¿Dónde estamos? — pregunte
— En mi casa — me dijo ella.
— ¿Qué? — pregunte al aire avergonzado.
— So...lamente quise ayudarte ven sientate — me ofrecio la orilla de la cama.
Y asi me senté a su lado, sin saber qué decir a continuación dentro de esto. Tenía mil preguntas arremolinándose en mi mente, cada una luchando por ser la primera en ser pronunciada. ¿Quién era ella? ¿Por qué me parecía tan familiar y al mismo tiempo tan ajena? ¿Qué significaban estos encuentros? ¿Era ella la clave para entender lo que me estaba pasando?
— Tienes preguntas — dijo ella, como si pudiera leer mi mente. Sus ojos brillaban con una sabiduría que parecía ir más allá de su aparente juventud. — Está bien. Yo también las tengo.
— ¿Quién eres? — logré preguntar finalmente, mi voz apenas un susurro.
Ella cerró su libro y me miró directamente. El mundo a nuestro alrededor parecía desvanecerse, como si estuviéramos en nuestra propia burbuja de realidad.
— Esa es una pregunta complicada — respondió, su voz suave pero firme. — Pero quizás la pregunta más importante es: ¿quién eres tú?
Sus palabras me golpearon como una ola. ¿Quién era yo? Era una pregunta que había estado evitando, una pregunta que me aterrorizaba porque no estaba seguro de tener una respuesta.
— No lo sé — admití, la vulnerabilidad en mi voz sorprendiéndome. — A veces siento que no sé nada sobre mí mismo. Mis recuerdos... no estoy seguro de cuáles son reales y cuáles no, pero ella asintió, como si mi confesión no la sorprendiera en absoluto.
— La realidad es más fluida de lo que la mayoría cree — dijo, su mirada perdida en la distancia por un momento. — Lo que creemos real y lo que es real no siempre coinciden.
— Pero, ¿cómo puedo saber qué es real? — pregunté, la frustración evidente en mi voz. — Veo cosas, recuerdo cosas, pero luego desaparecen o cambian. Es como si viviera en un sueño del que no puedo despertar.
Ella volvió su mirada hacia mí, sus ojos verdes penetrantes y compasivos al mismo tiempo. — Tal vez — dijo suavemente — la realidad no es algo que se descubre, sino algo que se crea. Cada elección que haces, cada creencia que sostienes, da forma a tu realidad.
Sus palabras resonaron en mi interior, despertando algo que había estado dormido durante mucho tiempo. — Pero, ¿y tú? — pregunté. — ¿Eres real? ¿O eres parte de este sueño en el que vivo? —Una sonrisa enigmática se dibujó en sus labios.
— ¿Acaso importa? — respondió. — Estoy aquí ahora, contigo. Este momento es real. Lo que hagas con él, eso depende de ti.
Y así, sentado en esa cama de una casa completamente desconocida con una misteriosa pelirroja, sentí que estaba a punto de descubrir las respuestas que tanto había buscado. O tal vez, estaba a punto de sumergirme en un misterio aún más profundo. Pero por primera vez en mucho tiempo, la idea no me aterrorizaba. En cambio, sentí una chispa de emoción, una sensación de que estaba al borde de algo importante.
— Entonces, ¿qué hago ahora? — pregunté, mi voz apenas un susurro.
Ella se levantó, ofreciéndome su mano. — Ahora — dijo con una sonrisa que prometía aventuras y descubrimientos — empiezas a crear tu propia realidad. ¿Estás listo?
Tomé su mano, sintiendo como si estuviera a punto de dar un salto al vacío. Pero esta vez, no tenía miedo. Estaba listo para enfrentar lo que fuera que me esperaba, real o no.
— Estoy listo — dije asi tome su mano.
El futuro era incierto, pero por primera vez en mucho tiempo, me sentía vivo. Y eso, en sí mismo, era más real que cualquier cosa que hubiera experimentado antes.
— Vamos primero a comer algo,supongo que estar en coma tres dias debe dejarte hambriento — dijo ella.
— ¿Tres días? — repetí incrédulo, retirando mi mano de la suya y llevándomela a la cabeza. El vendaje que sentía antes seguía ahí, pero ahora algo dentro de mí ardía de curiosidad y confusión.
— Así es — respondió ella, caminando hacia una pequeña cocina adyacente al dormitorio. Su tono era casual, como si fuera la cosa más normal del mundo. Pero para mí, nada de esto lo era.
— Pero... no puede ser. — Intenté ponerme de pie, pero mis piernas aún estaban débiles. A pesar de mi fatiga, una mezcla de asombro y desesperación recorría mi cuerpo. — ¿Cómo... cómo sobreviví tanto tiempo inconsciente?
Ella me observó mientras preparaba algo que parecía ser té. Su mirada era tranquila, pero algo en sus ojos me decía que sabía más de lo que estaba dispuesta a compartir.
— No era un simple desmayo — dijo sin apartar la vista de la tetera. — Algo dentro de ti está despertando. Algo que ha estado esperando este momento durante mucho tiempo un producto "oscuro".
— ¿Esperando qué? — pregunté, intentando mantener la calma a pesar del torbellino de preguntas que inundaban mi mente. — ¿De qué estás hablando? ¿Qué me está pasando?
— La vida tiene maneras curiosas de mostrarnos caminos que no siempre entendemos al principio — respondió, como si hablara en acertijos. — Has estado viviendo en las sombras, atrapado entre recuerdos borrosos y un presente que te resulta extraño. Pero ahora... estás despertando. Estás empezando a ver el mundo por lo que realmente es.
Me quedé en silencio, tratando de procesar lo que acababa de decir. Sus palabras eran confusas, pero había algo en ellas que resonaba profundamente en mí, como si estuviera tocando una verdad que no había querido enfrentar.
— Lo que te sucedió en el parque no fue casualidad — continuó, sirviéndome una taza de té y entregándomela con una suave sonrisa. — Estás en el umbral de algo importante. Algo que solo tú puedes descubrir.
Bebí un sorbo, sintiendo el calor del líquido recorrer mi garganta y calmar, al menos por un momento, la ansiedad que me devoraba por dentro. — ¿Y tú? — pregunté, bajando la taza. — ¿Qué papel juegas en todo esto?
Ella se sentó frente a mí, cruzando las piernas y observándome fijamente. Su silencio se prolongó unos segundos antes de responder. — Soy... una guía, de alguna manera. — Hizo una pausa, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras. — Te he estado buscando porque... tenemos una conexión, aunque aún no la comprendas del todo.
Su respuesta, aunque enigmática, me dio más preguntas que respuestas. Pero antes de que pudiera interrogarla más, una sensación extraña recorrió mi cuerpo. Algo... o alguien... estaba cerca.
— ¿Lo sientes? — preguntó ella, con una sonrisa misteriosa.
Mi piel se erizó y, por primera vez, no estaba seguro de si lo que sentía era miedo o emoción. Algo estaba sucediendo, algo que escapaba de mi comprensión, pero que, al mismo tiempo, me llamaba. Estaba comenzando a entender que mi realidad nunca sería la misma.
— Ven — dijo ella, levantándose de nuevo. — Hay alguien que quiere verte.
El sonido de una puerta abriéndose en la distancia llenó el espacio, y el eco de unos pasos se acercaba. Sentí que el corazón me latía más rápido, mientras la intriga crecía con cada segundo que pasaba.
— ¿Quién...? — empecé a preguntar, pero mis palabras quedaron en el aire cuando la figura en la entrada apareció ante mis ojos.
Era una mujer joven, con el cabello largo y negro, vestida con una túnica celeste que parecía sacada de otra época. Sus ojos, profundos y oscuros, parecían tener siglos de conocimiento y misterio.
— Él ha despertado, ¿verdad? — dijo la recién llegada, sin apartar la vista de mí.
La pelirroja asintió con suavidad.
— Es hora de que sepa la verdad, hermano.
Fin del Capítulo 4
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Hilo de brecha
RomanceLa historia de un joven atrapado en la monotonía de su vida cotidiana, que de repente se ve inmerso en una aventura extraordinaria. Todo comienza cuando empieza a notar detalles inusuales en su entorno, culminando con el descubrimiento de dos mister...