Capítulo 18 "Dulcie"

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Tamy se había quedado dormida en el sofá y cuando Quetzal la vio no pudo evitar tomarle otra fotografía, después sirvió la sopa de verduras y despertó a Tamara acariciándole levemente las mejillas con sus dedos. Ella despertó y lo vio como un poema frente a ella.

La comida ya está lista ¿Vienes? —Le extendió la mano.

Al levantarse Tamy, el pie se le enredó con las mantas y él la tomó por la cintura evitándonle caer, sus fuertes brazos la rodeaban y en ese momento él supo que podía morir al día siguiente ahora que ya conocía la cintura de Tamara, sin embargo quería conocer más de ella, descubrir cada detalle. Se quedaron ahí parados contemplándose, él quería decirle que la amaba, eso era justo lo que él sentía, se dio cuenta con miedo que sin duda eso era el amor, sentía un fuego en su interior que no se apagaba y le consumía con tan solo tenerla cerca. Fue Tamara quien se separó con la poca voluntad que le quedaba y se dirigió a la mesa.

—Me muero por probar tu guisado.

Él se sentó frente a ella y curioso preguntó—: ¿Qué tal? ¿Si está rico?

—Delicioso ¡Te sacaste un diez!

Cruzaban miradas y la pasión y ternura que derramaban en e lugar se podía cortar con una cuchara.

Él acercó todavía más su silla y preguntó—: ¿Te sientes mejor?

—Si, ya la calentura se ha ido.

—Pero fuiste al doctor ¿Cierto?

—No, solo tomé un medicamento que tenía por ahí. —contestó despreocupada y siguió comiendo.

—Tamy ¿Por qué haces eso? ¿Por qué eres tan descuidada? ¡Se trata de tu salud! ¿Me vas a decir entonces que tampoco fuiste a tu cita para checar tu anemia?

—Ni idea, quien sabe cuando era.

—Pues mañana mismo te llevo.

—¿Por qué te preocupas tanto Quetzal? Es solo anemia.

—No te atrevas a decir eso Tamy —dijo él con los ojos llorosos.

—¿Estás bien Quetzal? —Preocupada.

Él bajó la mirada queriendo retener el llanto y se produjo un silencio, después él tomó aire y dijo—: yo ví morir a —Se soltó a llorar, Tamara lo abrazó sin entender y él lloró sobre su pecho mientras ella dulce acariciaba su cabeza hasta que él apenado dijo—: no quería que me vieras así.

—¿Así cómo Quetzal?

—Llorando.

—No tiene nada de malo —contestó secándole sus lágrimas. Él se levantó de la silla, tomándola a ella de la mano y se dirigieron al sofá. Quetzal sacó de su cartera una foto que tenía guardada, era la primera vez en muchos años que sacaba esa foto y se la mostró a Tamara, ella la vio y se enterneció diciendo—: ¡Qué hermosa nena! ¿Quién es?

—Ella es mi hermanita Dulcie, se enfermó de anemia cuando tenía 3 años y yo 14. En esa época mis papás estaban atravesando un mal momento en su matrimonio, muchas veces papá no llegaba a dormir y mi mamá se fue hundiendo cada vez más en su depresión. Yo le daba de comer a Dulcie lo que me encontraba en el refri ¡Yo la enfermé! —Quetzal prorrumpió en llanto.

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