VIII

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Después de cambiarme y tomar una ducha rápida, salí al pasillo con mis cosas, esperando encontrar a los chicos discutiendo sobre Thomas, pero solo Yuki estaba allí, sentado en una banca, con la mirada fija en su teléfono. Ran había desaparecido.

—¿Ran se fue? —pregunté, mientras me secaba el cabello con la toalla, un poco sorprendida por la ausencia de su habitual energía.

Yuki levantó la mirada lentamente, guardando su teléfono antes de asentir con una leve sonrisa. —Sí, dijo que tenía que hacer algo... aunque sospecho que simplemente no quería quedarse a hablar de Thomas —respondió con una chispa juguetona en los ojos. Luego, añadió, en un tono más bajo—. Me dejó aquí para que... te cuide.

Solté una pequeña risa ante su comentario, pero sentía la tensión debajo de sus palabras. Me acerqué y me senté a su lado en la banca, el silencio entre nosotros se hizo más denso. Yuki no apartaba la mirada de mí, como si buscara las palabras correctas. Había algo protector en su actitud, pero también una calma que lo diferenciaba de Ran.

—¿Cuidarme? —pregunté, inclinándome un poco hacia él, nuestras rodillas casi tocándose. —¿Acaso crees que necesito un guardián para lidiar con Thomas? —le di un leve empujón con el hombro, esperando aliviar la tensión.

Yuki sonrió, pero había una seriedad en sus ojos que no podía ignorar. —No es eso. Confío en ti, Radia. Solo que... —hizo una pausa, buscando cómo expresarse—. No me gusta cómo te mira, o la forma en que parece tan seguro de sí mismo cuando está contigo.

Sentí un leve escalofrío recorrerme. La manera en que Yuki hablaba, con ese tono protector, me hacía sentir segura pero también consciente de que la situación con Thomas estaba afectando más de lo que imaginaba.

—Yuki, de verdad no hay nada de qué preocuparse. Thomas es solo... —intenté encontrar las palabras adecuadas—, un compañero de entrenamiento.

—¿Solo eso? —preguntó, su mirada clavándose en la mía, con una intensidad que hizo que mi corazón latiera un poco más rápido.

El silencio entre nosotros volvió a crecer. Sentí su mano acercarse a la mía, un gesto protector, pero también cercano. Yuki deslizó sus dedos suavemente por los míos, su toque cálido y reconfortante, como si quisiera asegurarse de que estuviera presente en el momento, de que lo sintiera allí, apoyándome.

—No tienes que preocuparte por Thomas, te lo prometo. —respondí, apretando ligeramente su mano, tratando de disipar su inseguridad. Sin embargo, su cercanía y el contacto físico me hicieron sentir algo más profundo entre nosotros.

Yuki suspiró, inclinándose un poco hacia mí, su brazo tocando el mío mientras bajaba la mirada. —Lo sé. Pero no puedo evitar sentirme así... No quiero que nadie más esté tan cerca de ti. No como yo —Su tono era más serio, pero había una chispa juguetona en su voz, como si intentara mantener el ambiente ligero.

—¿Oh? —pregunté, levantando una ceja, retando un poco esa mezcla de seriedad y humor. —¿Y qué tiene de especial estar cerca de mí?

Yuki soltó una pequeña risa, pero no rompió el contacto, su mano ahora descansaba completamente sobre la mía. —Mucho más de lo que imaginas, Radia.

La tensión de los celos por Thomas seguía allí, pero en ese momento, con Yuki tan cerca, sentí que él quería hacerme entender que nuestra conexión era distinta, más profunda.

Me miró por un instante más, su mano aún sobre la mía. Luego, sin decir una palabra, se levantó rápidamente de la banca y, para mi sorpresa, agarró mis cosas: la mochila, la toalla, todo lo que había dejado a un lado.

—¿Qué haces? —pregunté, entre confundida y divertida, mientras lo observaba cargar con mis pertenencias.

—Te llevo a comer. —Su respuesta fue simple, directa, como si ya lo hubiera decidido antes de que pudiera decir algo. Me lanzó una mirada decidida, pero con esa chispa juguetona que parecía nunca perder. Sin darme tiempo a protestar, extendió su mano hacia mí.

Love Theory | Yuki IshikawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora