XVIIII

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Después de la ducha, el aire aún estaba impregnado de vapor, y la atmósfera se sentía íntima y tranquila. Yuki y yo nos pusimos ropa cómoda para estar en mi apartamento. Ya era tarde y aún no cenabamos.

Mientras me miraba, sus ojos brillaban con una mezcla de deseo y ternura. Con una sonrisa traviesa, me acerqué a él y le di un suave beso en los labios, un gesto que desató un torrente de emociones en mí.

—¿Te gustaría cenar? —pregunté, jugando con la tela de su camiseta.

—Sí, deberíamos, yo me encargo —dijo Yuki con un destello juguetón en sus ojos. Se alejó hacia la cocina, y yo lo seguí.

En la cocina, él comenzó a buscar ingredientes. Me acomodé en la barra, observando cómo se movía con confianza, cada movimiento fluido y decidido.

—Voy a preparar algo especial para ti, cariño —dijo mientras sacaba algunos vegetales frescos de la nevera.

—¿Puedo ayudarte en algo? —ofrecí, acercándome más a él, sintiendo el calor de su cuerpo cerca del mío.

—Solo relájate y observa, preciosa — respondió, su voz era suave pero cargada de seducción. Me quedé ahí, disfrutando del espectáculo mientras él cortaba los ingredientes con destreza.

Mientras él cocinaba, de vez en cuando se giraba para mirarme, sus ojos llenos de complicidad.

—¿Sabes? —dijo de repente, mientras movía la mezcla en la sartén —Creo que este platillo será tan delicioso como tú.

—¿Eso es un cumplido? —respondí con una risa, acercándome para robarle un beso en la mejilla, aunque tuve que ponerme de puntillas debido a nuestra diferencia de altura.

La cercanía de nuestros cuerpos, el aroma de la comida y la luz tenue creaban un ambiente perfecto para que esa conexión floreciera.

Con cada bocado que probaba, Yuki me hacía reír con sus comentarios ingeniosos, y pronto la cocina se llenó de risas y charlas despreocupadas. En algún momento, él se detuvo, se volvió hacia mí, y ví cómo una sonrisa traviesa se formaba en sus labios, esa que siempre parecía prometer algo más.

—Voy a hacer una prueba de sabor —anunció, sus ojos brillando con un aire juguetón —Ven aquí.

Antes de que pudiera siquiera procesar sus palabras, me tomó por la cintura con esa seguridad tan suya, atrayéndome hacia él con un movimiento suave pero firme. Mi respiración se aceleró al sentir su cercanía, su mirada intensa fijándose en mí. Con un gesto deliberado, sumergió un dedo en la salsa que habíamos preparado juntos y lo acercó lentamente a mis labios.

—Prueba esto —murmuró, su voz baja y seductora, acariciando el aire entre nosotros.

El ambiente se cargó de tensión, como si el mundo hubiese contenido la respiración. Abrí los labios, lamiendo su dedo con lentitud, saboreando no solo la mezcla perfecta de sabores, sino también la electricidad que chispeaba entre nosotros. Yuki no apartó los ojos de mí ni un segundo, mi reacción era la única respuesta que le importara en ese momento.

—Delicioso —susurré, mi voz más suave de lo que esperaba.

Antes de que pudiera añadir algo más, Yuki se inclinó y me besó. Fue un beso cargado, una mezcla de la dulzura de la comida y el calor creciente que comenzaba a envolvernos. Sus labios eran firmes, pero a la vez cuidadosos, como si probara la profundidad de mi respuesta, explorando, tentándome a abrirme más a esa conexión.

Terminamos de cocinar en ese baile silencioso entre miradas y roces accidentales.

Nos sentamos a la mesa, mientras comíamos, la luz de la luna se filtraba a través de las ventanas, bañando todo en un resplandor cálido. Entre bocados y palabras, compartimos risas fáciles, que llenaban el ambiente.

Love Theory | Yuki IshikawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora