Dulces adicciones.

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"Those times that we got drunk"

Había pasado un día desde nuestra última conversación, pero el silencio entre nosotros seguía siendo ensordecedor. Habíamos intentado llenar ese vacío con pequeñas interacciones cotidianas: el crujido del pan tostado en la mañana, el sonido del agua corriendo en el baño, el zumbido de la televisión que ninguno de los dos realmente miraba. Pero todos esos sonidos solo servían para recordarme lo lejos que estábamos el uno del otro, incluso cuando estábamos en la misma habitación.

El día anterior había sido tenso, como si estuviéramos caminando sobre cáscaras de huevo, temiendo que cualquier palabra, cualquier gesto, pudiera romper lo poco que quedaba entre nosotros. Yo había intentado acercarme, pero Tom, como siempre, había sido un muro impenetrable. Había vuelto a su cuarto después de nuestra conversación, dejándome solo en la cocina con mis pensamientos y el eco de sus últimas palabras resonando en mi mente.

Hoy, sin embargo, el día transcurría con una calma inquietante, como la calma que precede a una tormenta. Sabía que debía hacer algo, decir algo, pero cada vez que abría la boca, las palabras morían en mi garganta. En lugar de eso, encendí otro cigarro, buscando en el humo una respuesta que no llegaba.

Mientras observaba cómo el cigarro se consumía lentamente, me di cuenta de lo patético que era. Aquí estaba, aferrándome a un hábito destructivo, tratando de encontrar consuelo en algo que solo me estaba matando lentamente. Y mientras se consumía mi cigarro, sentí que la relación con Tom seguía el mismo camino: apagándose con cada segundo que pasaba, con cada palabra no dicha, con cada gesto no hecho.

No podía dejar que eso sucediera. No otra vez. No podía perderlo, no cuando todavía había una pequeña chispa de esperanza, por tenue que fuera. Pero, ¿cómo acercarme a él cuando cada intento parecía alejarlo aún más? ¿Cómo hacer que me escuchara cuando yo mismo no sabía qué decir?

Mientras reflexionaba sobre esto, la puerta de mi habitación se abrió de golpe. Tom entro, su rostro mostraba la misma mezcla de fatiga y determinación que había visto el día anterior. Sabía que había llegado el momento de enfrentar lo que habíamos estado evitando. Sabía que, de una manera u otra, esta noche cambiaría todo entre nosotros.

Pero no estaba preparado para lo que sucedió después.

Mientras el humo del cigarro se elevaba lentamente en espirales grises, observaba cómo cada calada robaba un poco más de vida al pequeño cilindro entre mis dedos. El fuego, que en un principio ardía con intensidad, comenzaba a apagarse, consumiéndose poco a poco hasta convertirse en cenizas. Y mientras se consumía mi cigarro, no podía evitar sentir que la relación con Tom se desvanecía de la misma manera, extinguiéndose con cada segundo que pasaba, con cada palabra no dicha.

El silencio entre nosotros era como un abismo, un espacio que antes habíamos llenado con risas, peleas, y promesas vacías. Ahora, ese espacio estaba repleto de recuerdos distorsionados por el tiempo y el resentimiento. No podía decir si alguna vez habíamos sido felices de verdad, o si simplemente nos habíamos aferrado a la ilusión de que podíamos serlo.

El británico me miró fijamente mientras avanzaba con pasos medidos, sus ojos escrutando la penumbra de mi habitación en busca de un camino hacia mí. Se movía con esa calma contenida que siempre lo caracterizaba, como si el tiempo no le afectara. Finalmente, se colocó a mi lado, su presencia familiar y aún así distante, el espacio entre nosotros cargado de lo no dicho. Se recargó en el marco de la ventana, compartiendo conmigo ese rincón que se había vuelto mi refugio en la oscuridad. Sin pronunciar palabra, dejó caer una botella recién comprada de su preciado Smirnoff junto a él, el vidrio frío reflejando la tenue luz que apenas se colaba desde afuera. Era un gesto simple, pero lleno de significado: había decidido romper esa distancia que nos había mantenido separados, aunque fuera solo por esta noche, permitiéndonos compartir el mismo aire, el mismo silencio.

PORK SODA ∬ TomTordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora