Capitulo 9: Ecos de la inquietud

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Unas semanas después

Karla salió del trabajo, cansada pero con hambre. Decidió pasar por el supermercado para comprar algo rápido para la cena. Mientras recorría los pasillos, se encontró con Madison, que estaba examinando las verduras.

—Hola, Madison, ¿cómo estás? —saludó Karla con una sonrisa que intentaba ocultar su creciente preocupación.

Madison levantó la vista, sorprendida pero amigable.

—¡Oh, Karla! Estoy bien, gracias. ¿Y tú?

—Bien, gracias. Me enteré de que tu madre está enferma y que Julio, mi novio, fue a visitarla. ¿Cómo sigue tu madre?

Madison asintió, visiblemente aliviada.

—Ella está mucho mejor, gracias a Dios. Aunque Julio no fue al hospital, fue a la casa a visitarla. Yo estaba en el hospital y nunca lo vi allí.

Karla frunció el ceño, notando una leve incomodidad en la respuesta.

—Ah, ¿a qué hora? Porque no me acuerdo muy bien. Sé que se tardó bastante, pero no sé a qué hora fue que se fue. Yo estaba en el trabajo, pero cuando volví, él ya estaba en casa. Entonces, ¿a qué hora fue?

Madison parecía un poco desconcertada, pero mantuvo su tono cordial.

—No estoy segura de la hora exacta. Pero sé que mi madre me llamó después de que Julio se fue. Estaba en casa cuando él llegó, así que debe haber sido un poco antes de que yo volviera al hospital.

Karla asintió lentamente, pero su expresión seguía cargada de duda.

—Bueno, gracias por decirme. Me alegra que tu madre esté mejor.

Madison sonrió, pero Karla notó un titubeo en su gesto antes de que se despidieran.

—De nada, Karla. Cuídate.

Karla observó alejarse a Madison, sintiendo una punzada de inquietud. Algo no encajaba en la versión de los hechos que había escuchado. La incertidumbre comenzó a enredarse en sus pensamientos, creando un nudo en su estómago.

Susurros del Delirio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora