IL COLORI DELL'AMORE (IGNAZIO BOSCHETTO)

Capítulo VII

Al día siguiente, Fiorella se levanta temprano para preparar su desayuno, y empezar a alistarse para la graduación, ella se vistió con un vestido azul y con unos tacos y una cartera del mismo color, se maquilla un poco y sale de su departamento y llega al auditorio de su universidad, ya que allí iba a ser el acto de graduación.

Su amiga ya la estaba esperando, ella vestía un vestido rojo y zapatos del mismo color, ambas se saludan, entran y se ubican en los puestos que les correspondían. Al cabo de unos minutos, empieza la ceremonia de graduación y van pasando los alumnos que van nombrando para recibir su título, ellas están aún ansiosas por subir, hasta que las nombran y suben para recibir el titulo cada una y bajan del escenario con una sonrisa en sus rostros.

Luego de la graduación, deciden ir a un restaurante para poder festejar su nuevo logro.

—Al fin somos guías turísticas —dice María emocionada pero se da cuenta que Fiorella a pesar de que trata de estar feliz, se le nota tristeza en su mirada— ¿Qué tienes Fiorella? ¿Por qué estas triste?, no me digas que no te pasa nada porque te conozco perfectamente cuando algo te pasa.

—Es que —Fiorella suspira— Cada vez más confirmo todas mis sospechas sobre mi novio —dice mientras mira a su amiga— ayer cuando regresé al departamento, encontré una camisa de él con una marca de lápiz de labio en el cuello.

—Que mal Fiore, pero ya le dijiste algo sobre eso?

—No, no tengo las suficientes pruebas para reclamarle, sé que él me negará todo y ya no sé qué más hacer —responde y no puede evitar que se le salga un par de lágrimas.

—Tranquila Fiore, tarde o temprano podrás descubrir realmente que es lo que pasa con tu novio —dice tratando de consolar a su amiga— mejor disfrutemos de nuestro logro juntas —dice María tratando de animar a Fiorella.

—Tienes razón Mari —responde Fiorella mientras sonríe— Hagamos un brindis por nuestra graduación —ambas alzan sus copas de vino para brindar y María toma una foto para el recuerdo de ese gran día para ellas. 

Pasan un par de horas, y ya era momento de que cada una retorne a sus casas, por lo que se despiden y se van. Fiorella agarró un taxi y a los pocos minutos ya estaba en su departamento, estaba cansada pero había sido un maravilloso día que nada podría arruinarlo a excepción de lo que se escuchaba y se veía detrás de la puerta de la habitación de Fiorella.

— ¡Luis! ¡¿Qué diablos es esto?! —grita Fiorella al verlo descaradamente acostado con una chica en su cama.

— Amor, no es lo que piensas… —reacciona asustado e instintivamente busca una toalla para colocársela en la cintura y levantarse hacia Fiorella fingiendo arrepentimiento.

— Es que no pienso nada, yo misma estoy viendo todo esto —ella lo señala y también a la chica que continuaba en la cama ajena al problema.

— Amor, déjame explicarte… —Él trata de acercarse a Fiorella lo cual Fiorella retrocede un poco.

— Dime Luis, ¿qué demonios vas a explicar cuando todo está demasiado claro? —preguntó sin alterarse y él bajó la cabeza— Era mejor que te fueras en el momento que consideraste que ya no estábamos bien, ni juntos, ya veo lo poco hombre, cobarde y traicionero que eres.

— Amor, pero…

— Pero nada Luis, ya sabía que me estabas engañando pero quería pruebas más reales —le enseñó la camisa con la marca de labial en la parte del cuello abandonada debajo de la cama— dime Luis con que me vas a salir si estoy viendo todo en primera fila y en HD todavía.

— Amor, si tú fuiste la que me besaste ahí, no te acuerdas? 

— ¿Yo? —Fiorella ríe sarcásticamente— yo no tengo este color de labial además no me maquillo con colores fuertes, y eso bien lo sabes, pero bien que tiene ese color la cosa que sigue en la cama —ella desvía la mirada y si estas matarán ambos arderían en el mismísimo infierno.

— Amor, por favor… —quiso tomarla del brazo pero Fiorella esquivó su agarre.

— Ya vi lo que tanto te ha importado casi un año de relación —Fiorella intentó contener las lágrimas que amenazaban con salir y dejarla vulnerable— salgan de mi casa, ya.

— Amor perdóname, por favor —intentó acercarse pero recibió una cachetada de Fiorella.

— Que te perdone otra, yo no perdonaré el que hayas hecho lo que hiciste, traicionaste mi confianza y amor que te tenía —ella lo mira mientras él acariciaba su mejilla adolorida— y tú —Fiorella se refiere a la chica que se hacia la que no había escuchado nada— levántate mujerzuela y agarra tus cosas y a tu hombre, los quiero lejos.

— Amor…

— No me digas amor, que me da asco de solo escuchar que me digas así y es mejor que te apures recogiendo tus cosas, porque ya no te quiero verte más —Fiorella se queda parada en la puerta esperando movimiento, debía seguir siendo un pilar, no podía derrumbarse.

— Fiore, hablemos, esto es un malentendido.

— Necesito que salgan ya mismo, no tengo su tiempo —dice mientras intenta actuar lo más fría posible.

— Amor, esto lo podemos conversar tranquilos.

— No tenemos más nada que hablar solo quiero que se larguen y me entregues tus llaves, ahora —él caminó hacia la mesa de noche para tomar las llaves y entregárselas en sus manos intentando con ello una caricia en la palma de ella, lo cual le produjo repugnancia a Fiorella— Ya te puedes ir, espero no volver a verte nunca más.

Ambos salieron del departamento a toda prisa, Fiorella cerró las puertas y se acercó al armario y sacó con rabia todas las cosas que le hacían recordar a Luis, todo lo que le recordará a él no debía estar allí pues si era una separación verdadera sus pertenecías al desaparecer podían lograr que la pena disminuyera hasta que ella ni siquiera pueda sentirla.