Capítulo 13

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Steve Tomlinson

Estaba totalmente indignado, furioso, con ganas de virar hacia el restaurante hacerle la vida imposible a esa mujer, primero me cachetea a tal punto de casi volarme los dientes, aun siento mi cabeza palpitar del dolor, golpea fuerte la gordita, luego al frente de su jefe se quiso salvar o pasarse de lista con la disculpa mediocre que soltó, descifre sus intenciones quise joderla negando me ante sus estúpidas y falsas disculpas, consiguió un castigo cual sería que las veces que Salvatore y yo pisemos el restaurante ella tendrá que recibirnos, atendernos como unos reyes.

Estaba de tan mal humor que le pedí a Salvatore conducir de vuelta a la empresa, suelto un gran suspiro lleno de irritación, escucho a mi amigo reírse por quinta vez desde que nos subimos al auto, no se porque tengo que decirle o que me pasen las cosas cuando estoy con ese cabrón solo sirve para reírse de mí, juro que estoy por golpearlo, es más ni lo pienso dos veces cuando mi mano impacta contra su pecho, el suelta un quejido de dolor y el auto se zarandea hacia los lados con algo de brusquedad.

- ¡¿Que mierda Tomlinson?! –grita enojado- ¡Hijo de puta casi nos matamos!

El estabiliza el auto, lo miro de reojo seriamente ambos estábamos muy alterados.

- Sigue burlándote pendejo de mierda, la próxima vez te voy a bajar los dientes – contesto frio, sin una pizca de broma- No estoy para tus bromitas pendejas

- ¡Cabrón no es mi culpa que te cacheteen!, Amigo busca ayuda que la necesitas con urgencia – dice con evidente enojo.

Pero yo me encontraba mucho más molesto, tomo algunos respiros para poder controlarme antes de mirarlo nuevamente, Salvatore estaba apretando el volante con fuerza, mientras tenía sus entre cejas fruncidas.

- Hermano...– es lo único que digo.

El solo asiente, no lo dije con palabras, pero Salvatore sabía que me estaba disculpando, nos mantenemos callados por el resto del viaje hacia la empresa, la empresa se encuentra a campo abierto, rodeada de naturaleza.

Luego de una hora llegamos, soy el primero en bajarme miro el edificio delante de mí, es un edificio de unos dos pisos hacia lo largo en horizontal, está construido de ladrillos con forma paralelepípedo rectangular pero estos son de un color crema claro, tiene grandes ventanales de vidrio en la planta superior donde se encuentra mi oficina, la de Salvatore, una sala de reuniones y el mostrador donde esta mi secretaria, seguidos de unas escaleras en forma caracol, que nos lleva a la planta baja o primer piso, abajo esta la bodega donde tengo todos los vinos que exporto desde Italia hacia aquí, tengo muchos empleados en esta área que se encargan te mantener todo en orden con los diferentes tipos de vinos que expandimos por USA.

Estoy orgullo de todo el trabajo mas el esfuerzo que hice por seguir manteniendo esta empresa de exportar vinos a flote, es la numero uno en Dover y en todo Estados Unidos, salgo de mis pensamientos al escuchar la puerta de auto cerrarse, no miro hacia ataras se que Savatore se acaba de bajar del auto, de reojo puedo ver cómo se sitúa a mi lado, posa si mano sobre mi hombro.

- Hermano, yo también lo siento – se disculpa.

Me hecho a reír al igual que el, me despego de el caminando hacia la entrada de la empresa con las manos metidas en los bolsillos de mi pantalón, ya estaba más calmado, entonces detrás de mi Salvatore comenzó a molestarme nuevamente con lo que había sucedido en el restaurante, yo lo mandaba a la mierda, al llegar a mi oficina quise dejarlo afuera pero el no me dejo al poner su pies, cansado lo dejo entrar, me quito el saco cual dejo encima de mi silla, me siento en mi silla y Salvatore se sienta frente a mí.

- Oye... te voy a hacer sincero nunca pensé que la gordita que jodiste cuatro años atrás fuera muy bonita – dice este distraído mirando no sé qué en su celular.

Una gordita llena de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora