Kageyama está empezando a quedarse dormido, olvidándose finalmente de sus esposas, cuando la puerta se abre de golpe. Levanta la cabeza con dificultad, sus brazos completamente entumecidos y su cuello dolorido, para ver a Iwaizumi mirándolo con los ojos redondos, y con razón; Tobio sabe que está completamente desnudo, acostado boca abajo y esposado a la cabecera de la cama, y que su cuerpo tiene marcas de garras y moretones, además de los restos líquidos de una relación sexual muy agitada, por decir lo menos.
-Maldita sea, espetó el recién llegado sin, visiblemente, encontrar otra palabra.
Da un paso hacia la cama, se detiene y luego se pellizca el puente de la nariz. De repente:
-OIKAWA!
Kageyama salta, sus esposas chocan contra el poste con un ruido metálico insoportable.
-¿Sí, Iwa-chan? Oikawa pregunta inocentemente mientras entra a la habitación.
Iwaizumi le lanza una mirada enojada, a lo que el ladrón simplemente sonríe; con un gesto brutal para señalar la cama y a Kageyama:
-¿Qué es eso?
-Eso ? Es Tobio-chan.
- Eso.
Oikawa da un paso adelante y pasa su dedo por el muslo mojado de Kageyama.
-Ah, creo que esto es mío, dice con una sonrisa descarada.
-Me dijiste que me liberarías, finalmente se quejó Tobio.
Está exhausto, ya no siente los brazos ni las manos, su piel desnuda presionada contra el colchón áspero y empapado. Lo único que quiere es una buena ducha y ocho horas de sueño.
-¿Te gusta violar a nuestra rehén? Iwaizumi exclama furiosamente.
-Primero que nada, no lo violé, él consintió. En segundo lugar, Tobio estaba tratando de mantenernos alejados, así que lo até.
-Las llaves, exige su cómplice, sin parecer nada divertido.
Oikawa le lanza un pequeño llavero e Iwaizumi se apresura a desatar a Kageyama, cuyos brazos caen sin fuerzas a sus costados. El inspector se incorpora y se sienta, demasiado aliviado para sentir la vergüenza de su desnudez; se levanta torpemente los jeans e intenta dirigirse hacia el baño, pero le tiemblan las piernas y casi se desploma.
-Mira, no puede huir si ya no puede caminar, comenta divertido Oikawa.
-Yo lo vigilaré, dice Iwaizumi. Ve a preparar algo de comer para nosotros tres. Comestible, preferiblemente.
Oikawa se escabulle, ignorando la mirada asesina que le lanza Tobio. Poco a poco recupera sus sentidos y está a punto de encerrarse en el baño cuando Iwaizumi bloquea la puerta con su pie:
-Nada de eso. Yo me quedo contigo.
En este punto , piensa Kageyama. El cómplice se mete con él en el baño y se sienta en la tapa del inodoro plegada.
-Muéstrame tus manos, exige extendiendo las suyas.
Tobio mueve sus muñecas hacia adelante, sintiendo miles de hormigas corriendo por sus brazos. Están cortadas y huellas de sangre marcan las oscilaciones de las esposas a lo largo de su piel. Los dedos de Iwaizumi se ciernen sobre sus manos por un momento como si quisiera agarrarlas, pero cambia de opinión y frunce el ceño.
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robarle el corazon
Fiksi Penggemar"Es un ladrón", dijo de repente. No es propio de él dar información con tanta facilidad, pero el alcohol en sus venas no ayuda, al igual que la confianza que le inspira su vecino y el entusiasmo abrumador que tiene por este asunto. Se inclina sobre...