6. Pansy Parkinson

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Pansy Parkinson

"Los que han nacido en la riqueza y tienen los medios de satisfacer todos sus deseos, no saben cuál es la verdadera felicidad de la vida, del mismo modo que los que han sido zarandeados por las tormentosas aguas del océano sobre unas pocas y frágiles tablas solo pueden darse cuenta de las bendiciones del buen tiempo."

Alejandro Dumas, El Conde de Montecristo

Junio


Resultó que cuanto más cambiaban las cosas, más seguían igual. En vez de usar su agenda para programar sexo, Hermione la usaba para programar besos. Lo cual era diferente, definitivamente diferente. Y ciertamente no era indicativo de una dependencia de la estructura que podría salvar incluso los espacios en blanco entre sus sinapsis, perdidos por el tiempo. No, el horario nació de la necesidad y la practicidad.

Porque una vez que había besado a Draco, apretada contra la puerta de su piso y perdida por el peso de su cuerpo contra el de ella, no había forma de que ella existiera en su casa manteniendo la cabeza recta. La atracción hacia él la consumía, una llama abierta en una habitación empapada de combustible. O más bien, como si todas las minas terrestres de su vida se hubieran intercambiado. Ya no explotaban con confusión y frustración, sino con afecto y deseo. Este nuevo tipo de mina terrestre hacía que funcionar día a día fuera excepcionalmente difícil.

Los días laborables eran para trabajar. Eran para revivir recuerdos durante el desayuno, participar en la monotonía de la vida cotidiana y disfrutar de conversaciones sencillas por la noche. Pero, sobre todo, los días laborables eran para la investigación, una renovación interminable de indagaciones destinadas a borrar el miedo irreparable de la cabeza de Hermione.

Los domingos eran para la familia y los amigos: visitas a los Potter o a sus padres, pilares fundamentales del sentido de sí misma de Hermione.

Quedaban los sábados, los días en que se permitía participar en el capricho que era salir con el marido al que apenas empezaba a conocer. Así pasaron tres sábados. Tres citas que consistieron en tanteos, conversaciones convincentes y los besos más sensacionales de toda su vida.

Le preocupaba lo bien que besaba Draco Malfoy. O quizás, lo bien que sabía besarla. Había tenido unos seis años más de práctica con ella que ella con él. Y a Hermione no le importaba mucho su desventaja.

De este modo, mayo se deslizó hasta principios de junio. Y en pequeños momentos, entre paréntesis de su realidad disfuncional, Hermione vislumbró una vida normal, una realidad diferente a su alcance. Puede que no se pareciera a la vida normal que ella esperaba, pero aun así podía pasar por normal cualquier día de su apretada semana.

—¿Qué, en nombre de Merlín, estás preparando aquí? —preguntó Hermione, pellizcándose la nariz al entrar en la cocina. Como de costumbre, Draco se había levantado antes que ella y ya tenía té preparado para ellos. En cuanto a lo que fuera que estaba preparando, apestaba.

—Una pérdida de tiempo, —gruñó, tirando una carta sobre la mesa—. Un ejemplo práctico de mis habilidades no será necesario. —Se hundió en una silla de cocina, soltando un profundo suspiro mientras desvanecía el contenido del caldero cercano.

—¿Un práctico qué? —preguntó Hermione, alcanzando la carta desechada—. Oh, es de Hogwarts... te han rechazado. —Su voz cayó—. ¿Cuándo terminaste la solicitud?

—Hace dos días.

—¿Y ya te han rechazado? —Hermione no pudo evitar la indignación en su tono.

Wait and Hope - Dramione (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora