7. Narcissa Malfoy

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Narcissa Malfoy

"¿Qué es un bien verdaderamente deseable? El que no podemos obtener. Pues bien, ver cosas que no entiendo y procurarme cosas imposibles de ver ha sido el empeño de toda mi vida. Llego a ello con dos medios: el dinero y la voluntad."

Alejandro Dumas, El Conde de Montecristo

Julio


La humedad y Hermione no se llevaban bien. Y este julio en particular parecía empeñado en ofrecer niveles de humedad diseñados específicamente para deshacer toda una vida de cuidadosa autoaceptación de Hermione en lo que se refería al estado de su pelo. No había sido inmune a los crueles comentarios que le habían hecho en su juventud sobre la espesa mata que rodeaba su cabeza. Y le molestaba lo profundos que eran algunos de aquellos comentarios. Porque ella era Hermione Granger, un cerebro con un cuerpo y el envoltorio no debería importar.

Pero, por supuesto, el envoltorio sí importaba. Y no solo para la gente que se burlaba de él. A ella también le importaba. Ni de lejos tanto como imaginaba que le importaba a alguien como Pansy, pero Hermione seguía apreciando la emoción de sentirse guapa, de sentirse deseada.

Y cuando una vivía en el mismo piso pequeño que el objeto de sus deseos, un asalto persistente de humedad hacía que sentirse atractiva fuera una tarea difícil.

La mayoría de los días, su rutina habitual podía domar el encrespamiento y hacer que sus rizos fueran manejables. Este no era uno de esos días.

Dejó escapar un gemido frustrado mientras se miraba en el espejo del baño, viendo cómo su poción alisadora no conseguía contener el pequeño ejército de mechones sueltos que luchaban por liberarse en lo alto de su cabeza.

—¿Todo bien ahí dentro...? Oh. —Draco miró más allá de la puerta que había dejado abierta. Otra barrera derribada. Con la apertura de tantas compuertas y el embate de un húmedo verano inglés, lo que antes habían sido frías aguas entre ella y Draco se habían calentado, convirtiendo el líquido chisporroteante en vapor.

—No te atrevas a reírte de mí, Draco Malfoy.

Hizo una pausa en medio de la risita, con la alegría aun arrugándole las comisuras de los ojos.

—No está tan mal, —dijo, acercándose a ella a través del umbral del pequeño cuarto de baño—. Deberías haberlo visto en Italia.

Hermione suspiró, intentando aplanar los mechones excepcionalmente salvajes que se esponjaban alrededor de sus sienes. La mención de Italia no le pasó desapercibida. Draco había empezado a hacer eso, cada vez más, referirse a partes de su vida, las partes que ella no recordaba, de manera casual. La bobina de secretos que antes mantenía tan bien enrollada había empezado a aflojarse, soltando hilos por todas partes.

Pero ya había compartido con ella los recuerdos del día; la historia del nacimiento de James Potter a mediados de 2004. Y había resultado ser toda una historia. Sentimental, porque fue el momento en que Hermione se convirtió en madrina. Dolorosa porque aún no lo sabía. Y sobrecogedora porque Draco reveló que fue entonces cuando supo que quería tener su propia familia. Una familia con ella.

Así que lo que Italia le hiciera o no a su pelo podía esperar a otra mañana, cuando tocara en la lista, junto con la historia de las Navidades con los Malfoys. Se había vuelto una experta en esperar para conocer su propio pasado. Se había pasado el último mes esperando, deseando que surgiera el tema de que hubiera sido desheredado. No porque quisiera obligar a Draco a revivir lo que claramente era un acontecimiento difícil en su vida, sino porque el no saber, las especulaciones que corrían por su mente, la estaban matando poco a poco.

Wait and Hope - Dramione (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora