Dualidad

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Kelly: 

Al fin eran las ocho de la mañana. Estaba tan cansada que ni siquiera me cambié. Fui por mi bolso para irme a casa; solo quería ducharme y dormir. Aunque, debo admitir, que más allá del cansancio, estaba contenta. El Cosaco era increíble.

Estaba a punto de salir del vestuario cuando me llegó un mensaje de Sara, recordándome la cena de esta noche. Tenía que hablar con ella. Tomé aire y la llamé desde allí mismo.

—¿Qué haces despierta tan temprano? —pregunte—. No se supone que estás agotada con los bellísimos Smith. Porque no creo que te tenga entusiasmada la cena...—

Sonreí al escucharla reír. Al parecer, estaba en altavoz porque de inmediato escuché a Patrick decir que estaba "extasiado". Las ironías de mi cuñado eran increíbles, pero él era buenísimo soportando esas cenas solo por Sara, y las hacía cada quince días solo por mi madre.

—¡Buenos días, cuñado! Ya que están ambos ahí, debo decirles, o más bien consultarles, algo en realidad—

No tenía miedo de decirles nada. Ellos siempre me apoyaban, y si algo les parecía mal, me lo decían, pero de la mejor manera. Sara, ansiosa como siempre, me pidió que hablara de inmediato, así que les conté todo, pero todo sobre Mijaíl, con lujo de detalle.

—Yo encantado de que venga, es un buen hombre, Kelly, y me alegra que se estén conociendo. Además, me sentiré mejor con él aquí —fue el primero en hablar Patrick.

Nos hizo reír a Sara y a mí porque parecía un alivio para él tener un aliado, además de nosotras.

—Kell... ¿te hace bien? ¿Estás contenta? —preguntó Sara, dulce como siempre.

—No he compartido demasiado tiempo con él... pero sí, me agrada. Es todo un caballero, atento, y a veces me da seguridad. Aunque aún no lo conozco bien, por ahora sí, me hace bien.Siempre fui sincera en mi vida, pero aún más con ellos.

—Y es muy apuesto... olvidaste ese detalle —dijo Sara riendo, y yo solté una carcajada al escuchar cómo Patrick, con su típica ternura, la regañaba.

—Kell, sabes que te amo, y si eres feliz, yo lo seré también. Además, creo que es un buen hombre, algo serio, pero me gusta que esté a tu lado. Siempre que te haga bien, será bienvenido en nuestra casa.

Esa era mi hermana, increíble. Ella y Blanca eran mi familia amada.

—Le diré a Mijaíl que vengan temprano, al menos tendré con quién beber cerveza antes para relajarme.

Sonreí contenta. Que ellos lo aceptaran de esa manera me hacía sentir muy bien. Me despedí de ellos y prometí ir lo más temprano que pudiera.

—¿Te llevo? Ustedes han estado de lo más extrañas esta noche, ¿me ocultan algo? —Llegué a la recepción y Maddie ya estaba cambiada, chismoseando con Erica y las demás.

Incluso ante mi pregunta, todas negaron con la cabeza de inmediato, diciendo que solo me envidiaban cada vez que veían a Mijaíl.

—Vámonos... quiero una ducha, después dormir y disfrutar de un fin de semana libre, después de mucho tiempo.

Nos despedimos de las chicas y salimos junto con Michael, que también venía saliendo. Apenas llegué a casa, solo estaba Cuál para recibirme. Blanca se había ido a trabajar y dejó unas donas sobre la mesa de la cocina, con una nota que decía: "Primero desayuna, luego te duchas y después duermes. Te quiero".

Me encantaban las donas. Mis hermanas decían que debía ser catadora de brownies y donas. La variedad que fuera, yo las probaba. Estaba por llamar cuando me llegó un mensaje del Cosaco.

El lado opuesto del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora