capítulo 15

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31 de Diciembre

Era una fría mañana de invierno en Hogwarts. La mayoría de los estudiantes ya habían partido a sus hogares para las vacaciones, dejando el castillo en un silencio casi absoluto. Annastacia se despertó temprano, emocionada por el día que tenía por delante. Hoy era el cumpleaños de Tom, y ella tenía un plan especial para sorprenderlo.

Envuelta en su capa para protegerse del frío, se escabulló por los pasillos oscuros y vacíos del castillo. Los retratos apenas se movían, medio dormidos, y los escalones no hacían ruido bajo sus pies, como si supieran que Annastacia tenía una misión importante.

Llegó a las cocinas de Hogwarts, ese lugar cálido y acogedor donde el aroma de pan fresco y chocolate caliente siempre flotaba en el aire. Los elfos domésticos la recibieron con entusiasmo, sus grandes ojos brillando de alegría al verla. Sabían que ella había venido a preparar algo especial y estaban encantados de ayudar.

—¡Señorita Annastacia! ¿Cómo podemos ayudarla hoy?— preguntó un elfo con una reverencia exagerada y una sonrisa radiante.

—Estoy aquí para hacer un pastel de vainilla. Es el cumpleaños de Tom Riddle hoy, y quiero que sea perfecto— respondió ella con una sonrisa cálida.

Los elfos asintieron con fervor y se apresuraron a traer los ingredientes. Annastacia no pudo evitar notar lo felices que se veían, y su corazón se llenó de ternura por ellos. Sabía que esos elfos habían sido maltratados en el pasado, pero en Hogwarts habían encontrado un hogar donde eran valorados y respetados. Recibían un salario justo y se les permitía descansar, algo inusual para los elfos domésticos, pero que les daba una razón para sonreír.

Annastacia comenzó a trabajar, batiendo mantequilla y azúcar mientras los elfos preparaban la harina y los huevos. Cada uno ofrecía pequeños consejos y ayuda, asegurándose de que todo fuera perfecto.

Mientras trabajaba, Annastacia pensaba en Tom. Aunque a menudo era distante y reservado con los demás, con ella era diferente. Habían pasado meses en los que su conexión había crecido, y aunque no hablaban abiertamente sobre sus sentimientos, había un entendimiento tácito entre ellos. Hoy quería demostrarle lo mucho que le importaba, y sabía que este pequeño gesto sería suficiente.

Horas después, el pastel estaba terminado, un hermoso bizcocho de vainilla con capas de glaseado suave y negro. Los elfos observaron el resultado final con orgullo, y Annastacia no pudo evitar sonreír.

—Gracias a todos— dijo sinceramente, inclinando la cabeza en señal de gratitud. —No podría haberlo hecho sin ustedes.

—¡Es un placer, señorita! ¡Señorita siempre bienvenida en nuestras cocinas!— exclamó uno de los elfos mientras se despedían con reverencias y sonrisas.

The Queen of Hearts - Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora