capítulo 10

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El viento helado del invierno azotaba las tribunas vacías del campo de Quidditch, donde Annastacia Beaumont, envuelta en su gruesa capa de lana, observaba el entrenamiento del equipo con una mezcla de aburrimiento y distracción.

Sus rizos dorados se mecían suavemente con cada ráfaga, mientras sus mejillas, enrojecidas por el frío, brillaban a la luz pálida del sol de diciembre. Los jugadores surcaban el cielo gris, y aunque las escobas volaban a gran velocidad, Annastacia apenas podía concentrarse. Sus ojos azules vagaban entre las nubes, mientras sus pensamientos se alejaban de la monotonía del día y de los gritos del capitán del equipo.

 Sus ojos azules vagaban entre las nubes, mientras sus pensamientos se alejaban de la monotonía del día y de los gritos del capitán del equipo

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Annastacia apoyó la barbilla en su mano, balanceando su pie perezosamente mientras observaba cómo el entrenamiento continuaba. Los jugadores pasaban volando a gran velocidad, pero su atención fue capturada por un par de ojos que se mantenían fijos en ella cada vez que pasaban por delante. Tebaldo Nott, con su cabello oscuro despeinado por el viento y una sonrisa traviesa en el rostro, la miraba de reojo cada vez que su escoba se acercaba.

Al principio, Annastacia pensó que estaba imaginando cosas, pero luego, con cada giro en el aire, él parecía asegurar que ella lo viera. Le guiñó un ojo descarado en uno de sus giros, y ella, en lugar de sonrojarse o apartar la mirada, esbozó una pequeña sonrisa divertida. Se reclinó en el asiento, observándolo como si fuese un espectáculo pasajero. Tebaldo, notando su reacción, hizo un pequeño gesto exagerado con su escoba, inclinándose hacia un lado de manera casi cómica, lo que provocó una risa suave en Annastacia.

Divertida, pero aún ligeramente aburrida, Annastacia dejó que sus ojos siguieran la travesura de Nott, sabiendo bien que él esperaba alguna reacción más entusiasta. Sin embargo, ella simplemente lo miró como si todo fuera parte de una distracción pasajera, entretenida por un instante antes de que su mente volviera a divagar entre las nubes de nuevo.

Cuando la práctica de Quidditch finalmente terminó, Annastacia dejó escapar un suspiro y se levantó de las gradas. El frío aún mordía sus mejillas. Justo cuando se preparaba para regresar al castillo, una figura alta y despreocupada se aproximó, con la escoba descansando sobre el hombro y una sonrisa insolente curvando sus labios.

The Queen of Hearts - Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora