aceptación

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Dos años antes.

La propuesta de Portia de mudarse juntas había sido recibida con alegría por Violet, quien necesitaba un nuevo hogar para ella y sus hijos.

Portia y Violet habían cultivado una amistad profunda que, con el tiempo, se transformó en algo más significativo. Su relación, aunque basada en un amor que creció de la amistad, era un secreto compartido entre ellas, temerosa de la desaprobación de la sociedad.

Las conversaciones nocturnas, las risas compartidas y el simple acto de pasar tiempo juntas habían cultivado una amistad profunda que rápidamente se transformó en algo más.

—Portia, ¿te has dado cuenta de cómo los niños han crecido en estos meses? —dijo Violet mientras removía el contenido de una cacerola.

—Sí, es asombroso —respondió Portia, acercándose para ayudar—. Eloise parece tener una nueva pasión por los libros de romance, y Gregory se ha convertido en un experto en los juegos de mesa. Y Hyacinth, bueno, sigue siendo la más encantadora de todas.

Ambas mujeres compartieron una sonrisa y se perdieron en una conversación sobre las últimas travesuras de los niños.

Portia había notado cómo su corazón latía un poco más rápido cada vez que Violet la tocaba accidentalmente o cuando sus miradas se encontraban en silencio. Violet, a su vez, sentía una calidez en su interior cada vez que Portia sonreía o cuando sus manos se rozaban mientras compartían tareas diarias. Aunque ambas eran conscientes de la naturaleza de sus sentimientos, el contexto en el que vivían las mantenía en silencio. La sociedad no aceptaría fácilmente el tipo de amor que sentían

El tiempo pasó y, después de ocho meses de compartir la vida cotidiana, Portia y Violet decidieron formalizar su relación en secreto. Cada momento a solas se había convertido en una oportunidad para explorar su amor y su conexión, sin dejar que nadie más se enterara. Sus encuentros privados estaban llenos de ternura y pasión, una forma de escapar del ojo crítico de la alta sociedad.
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Actualidad

El salón estaba lleno de una atmósfera tranquila y acogedora mientras Portia y Violet esperaban la llegada de Colin y Penelope. Después de la boda de Penelope y Colin, la vida de ambas mujeres había tomado un giro inesperado, pero no menos gratificante.

Sentadas en el salón, Portia rompió el silencio con una pregunta que tenía en mente desde hacía un rato.

—¿Dónde está Eloise, amor? —su voz era suave, cargada de la ternura que sentía hacia la joven.

Violet la miró, con una sonrisa que delataba el afecto que sentía. —Oh, tal vez está leyendo un nuevo libro. Ya sabes cuánto le encanta perderse en sus historias.

Portia asintió, comprensiva, y continuó con una sonrisa juguetona: —¿Y los demás?

—Gregory y Hyacinth están jugando cartas en el jardín —respondió Violet, su mirada llenándose de una calidez maternal.

Portia, con una chispa en sus ojos, se inclinó hacia Violet. Sus labios apenas rozaban los de ella cuando susurró: —Entonces no hay nadie que nos moleste.

Violet sonrió, sintiendo la familiaridad y el deseo que siempre la envolvía en la cercanía de Portia. Se acercó lentamente, sus labios tocando los de Portia en un beso que era a la vez apasionado y delicado.

El momento se volvió un ballet de caricias y susurros mientras Violet recostaba a Portia en el sofá, sus manos explorando con ternura cada rincón. El tiempo parecía detenerse hasta que el sonido de pasos en el pasillo los hizo separarse rápidamente.

Violet & PortiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora