Nuevo maestro

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Satoru Gojo era un empresario exitoso, específicamente, el más exitoso del estado, algunos afirmaban que incluso del país.

Y esto le hacía sentir orgulloso, no solo por darse una buena vida, si no porque lo reconocían. Estaba orgulloso de sí mismo.

Aunque su vida personal... fuera todo lo contrario.

Era un amo de casa, trabajaba en casa, hacía todo en casa, era básicamente una "esposa"

No por decisión propia, tenía que cuidar 4 pequeñas criaturas, las cuales apenas estaban por entrar a tercero de kínder, Estaba acabado, esos niños en verdad le iban a sacar cañas multicolores.

Era un papá luchón en cortas palabras, esos 3 diablillos en verdad lo sacaban de quicio, incluso a veces se quedaba dormido en su propio piso por el cansancio.

Pero como una bendición del cielo, los niños estaban a punto de pasar a tercero de kínder, por fin tendría tiempo para ocuparse en su trabajo, esperando que en el primer día las maestras no le llamaran aterradas, diciendo que Yuji se estaba comiendo la cabeza de Megumi.

Amaba a sus hijos, sin embargo, era demasiada responsabilidad para una sola persona, más para él. ¿Cómo se suponía que, Satoru Gojo, el hombre más exitoso del país, cuidará 4 niños al mismo tiempo?

Para su gran suerte, tenía una cuarta niña, Tsumiki, la cual iba en tercero de primaria, y le ayudaba, pero obviamente ella también tenía sus cosas y no quería robarle su infancia.

Aunque a veces lo ayudaba aunque sea a tender las camas de sus hermanitos, darles de comer y algunas veces limpiarlos, sentía que esa niña era un regalo del cielo.

El 26 de agosto los niños entraban. Se levantó muy temprano y se vistió. Justo ese día tenía una junta a la cual no podía faltar, así que debía ser rápido.

Para su suerte, no había tenido problema en el camino, los niños estaban tranquilos, habían logrado desayunar y ya llevaban sus loncheritas en sus manos diminutas.

Llevó primero a Tsumiki, se despidió de ella con un beso en la frente, le dijo que la quería y se subió al carro, no sin antes asegurarse que su hija entrara por aquella primaria.

Yuji estaba comiendo un pequeño pan, el cual degustaba tranquilo, pero Nobara quiso un poco, y este solo le sacó la lengua. Dando como consecuencia que a ella se le pusieran los ojos llorosos.

—Mi niña, ¿qué pasa?— preguntó Satoru, nervioso, no quería que Nonara llorara, no ahora. —Yuli no me quiele dal pan...— respondió con una voz temblorosa, y el albino solo suspiró. —Hoy iré  de compras y les compraré todo el pan que quieran a los tres, ¿están de acuerdo?— la de cabello café solo se quitó sus lágrimas y asintió, con una sonrisa pequeña.

Dios, la había librado.

Yuji se disculpó, partió el pan con esfuerzo y le entregó la mitad a Nobara, haciendo que ella riera contenta.

Llegaron al kínder y se paró enfrente, aún quedaban 20 minutos, pero decidió dejarlos antes, no quería que algo pasara.

Se bajó del carro con las mochilas y loncheras de los niños en una mano, en la otra tenía a Megumi, mientras los otros dos estaban en sus piernas.

--¡Mnegumi, Nobala, amigas nuevas! —señaló Yuji con entusiasmo, apuntando a dos niñas que se veían nerviosas, pues tenían los ojos llorosos. Se bajó de la pierna de su papá y fue a saludarlas. —¡Yuji, espera! —no pudo detenerlo.

--¡Hoda!-- saludó el de cabellos rosas con entusiasmo y con voz alta, haciendo que una de las niñas se pusiera más nerviosa, como si quisiera llorar --Lo siento muchdo, mi nombre es Yuji, y ese de allá es mi Dada-- apuntó a Satoru, el cual peleaba con Nobara porque lo estaba empezando a trepar --¿Vienen solas?-- una de las niñas negó --Venimos con Mamá Suguru-- Yuji abrió sus ojitos, emocionado.

One-Shots (Satosugu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora