Yes daddy. || Hyunlix.

14. Suegro.

🔥Tracemos un camino donde en cada paso que demos, sean juntos.🔥

Félix:

—¿Como acabó su noche?– Preguntó Chan, estábamos desayunando en el penthouse, bueno, ya eran las once de la mañana.

—Bien.– Dijeron MinHo y HyunJin al mismo tiempo, JiSung y yo nos miramos con complicidad.

Esos dos aún creen que JiSung y yo estábamos ebrios cuando lo hicimos anoche.

—La de nosotros fue tranquila.– Soltó Bin y JeonGin lo miro mal.

—¿Tranquila? No, no lo fue, Chan ronca como el demonio.– Le respondió Innie.

—Bin patea, aún me duele mi riñón.– Se quejó SeungMin.

—¿No sé supone que eran dos camas?– Preguntó Han.

—No, era una cama extremadamente enorme, para los cuatro, no sé cómo SeungMin soporta a ese oso polar roncando.– Minnie y Chan rodaron los ojos mientras Innie se quejaba.

—Por lo menos mi novio no parece Kung Fu panda, la leyenda de Po.– Le replicó Minnie.

—Es que a Binnie le dan pesadillas cuando se siente asfixiado.– Defendió JeonGin.

—Nosotros follamos unos al frente de los otros, y Lix le hizo una buena mamada a Hyun, HyunJin se corrió dos veces.– Soltó Han.

Toda la sala se quedó en silencio, viendo cómo JiSung seguía comiendo, tratando de procesar lo que había dicho.

—¿Que dijiste?– Le preguntó Chan desconcertado.

—Lo que escuchaste, y si no quieren que entre en detalles, dejen todos de discutir.– Respondió Hannie poniéndole mermelada a su tostada.

—Me limitaré a existir.– Dijo Chan volviendo a comer.

—Yo, voy a lavarme la cara, creo que tengo baba en la camisa de la impresión.– ChangBin se levantó y se fue en dirección al baño.

—Amor, hay que hacerlo.– Le comentó Minnie a Chan con un puchero, quien solo veía su taza de café.

—Bueno, por lo menos no sé intercambiaron de novio.– Le restó importancia JeonGin.

—Han JiSung, tú y yo vamos a hablar.– Le dijo MinHo yendo en dirección a las escaleras.

—Hyun...– Le toqué el brazo, ya que seguía con la boca abierta.– Amor, vamos a otra parte.

—Ah, si, si es posible a otro planeta.– Me tomó de la mano, buscamos nuestras pertenencias, y salimos del penthouse.

—¿Estás molesto?– Le pregunté mientras bajábamos al estacionamiento.

—¿Por qué lo estaría? Mi amor.

—Por lo que dijo Hannie.

—Ah, no, un poco avergonzado con Chan y Bin, pero si no sé mostraron molestos, no creo que pase nada.

—¿Vergüenza por qué mi vida?–Le volví a preguntar mientras subíamos al auto.– Cielo, estabas en todo tu derecho de decirme que no querías hacerlo.