Isa estaba sentada en la sala de juntas de Studio Creativo, rodeada por varios de sus colegas y superiores, quienes la observaban con miradas cargadas de escepticismo. Frente a ellos, sobre la pantalla proyectada, se encontraba el borrador de la propuesta publicitaria que había pasado semanas preparando. El silencio en la sala era casi palpable, y aunque Isa sabía que su propuesta era sólida, la tensión en el ambiente era innegable.
Los jefes de Isa, principalmente Alfredo, el director creativo, y Marta, la directora ejecutiva, intercambiaron miradas entre ellos antes de que Marta hablara:
—Isa, lo que has hecho es impresionante —dijo con una sonrisa profesional—. Pero tenemos que ser realistas. Este contrato... bueno, no es algo fácil de conseguir.
Isa apretó los labios. Sabía que esto venía, pero estaba lista para defender su idea.
—Lo sé, Marta —respondió, manteniendo su tono firme—, pero he estudiado cada aspecto del viñedo y su historia. Esta propuesta no solo es una campaña publicitaria; es una forma de captar la esencia del Château de Beaumont y proyectarla al mundo de una manera que ni siquiera el duque podría rechazar.
Alfredo la observó por encima de sus gafas, incrédulo.
—Mira, Isa, no es que dudemos de tu talento. Todos aquí sabemos que eres una de nuestras mejores creativas. Pero seamos francos, ¿sabes cuántos han intentado lo que estás a punto de hacer? —Alfredo hizo una pausa, su tono volviéndose más didáctico—. Ejecutivos de más de veinte años de experiencia han tratado de acercarse a ese hombre, y todos han fracasado. ¿Qué te hace pensar que tú vas a conseguirlo?
Isa inspiró hondo, sintiendo el peso de las palabras de Alfredo. Sabía que había muchos ojos sobre ella, y no todos estaban convencidos de que pudiera lograr lo que nadie antes había conseguido. Para sus jefes, el contrato del Château de Beaumont era una quimera: algo deseado, pero prácticamente imposible. Lo que la mayoría no sabía era que, a Isa, esa dificultad la motivaba más que la asustaba.
—Porque soy diferente a ellos —respondió con una seguridad inquebrantable—. No voy a venderle una campaña superficial. Voy a entender qué es lo que realmente valora el duque y cómo quiere que se perciba su viñedo. He hecho mi tarea, y estoy preparada para ajustarme a lo que necesite.
Marta y Alfredo intercambiaron miradas, claramente escépticos.
—Isa —comenzó Marta, suavizando su tono—, lo cierto es que este ascenso que te prometimos... bueno, no es porque esperáramos que realmente consigas el contrato. Es una recompensa por todo el trabajo que has hecho hasta ahora. Pero no queremos que te ilusiones. Este contrato, simplemente, no va a suceder.
Isa sintió una pequeña punzada en el pecho. Claro, ahora entendía la verdad. El ascenso no era por el potencial de su propuesta, sino una forma de mantenerla motivada mientras se ocupaba de tareas menos riesgosas. La mayoría en la sala probablemente pensaba que el viaje a Burdeos sería una pérdida de tiempo, una formalidad que culminaría en otro "no, gracias" del inflexible duque.
Pero para Isa, aquello no era una excusa para rendirse. Si había algo que detestaba más que los desafíos, era que subestimaran su capacidad para superarlos.
—Lo conseguiré —dijo Isa con los ojos fijos en Marta—. Ustedes me dieron esta oportunidad, y no pienso fallar. Este contrato será nuestro.
Marta suspiró y asintió, aunque su expresión seguía siendo dudosa.
—Muy bien, Isa. No diremos más. Ve, haz tu intento. Pero que sepas que, pase lo que pase, tu posición aquí está asegurada. El ascenso es tuyo de todas maneras.
Isa esbozó una sonrisa, aunque por dentro sentía una mezcla de frustración y determinación. No estaba interesada en promesas vacías. No quería el ascenso solo por el esfuerzo, sino por el éxito.
Esa misma noche, Isa se encontraba en su apartamento, preparando los últimos detalles para su viaje a Burdeos. El contrato de Château de Beaumont era el reto más grande de su carrera, y no había dejado nada al azar. Su presentación estaba cuidadosamente diseñada, cada aspecto de la propuesta estaba pensado para impresionar al duque, y su investigación exhaustiva sobre la historia y los valores del viñedo estaba destinada a romper cualquier resistencia que él pudiera tener.
Mientras revisaba una vez más sus notas y la estructura de la campaña, pensó en lo que le habían dicho sus jefes. Para ellos, esto era poco más que una formalidad. Pero para Isa, era mucho más que eso. Este contrato representaba el reconocimiento que siempre había deseado, no solo como publicista, sino como alguien capaz de lograr lo que otros no podían.
El siguiente paso era Burdeos. Sabía que se enfrentaba a uno de los hombres más duros y necios de la industria, pero también sabía que, por mucho que el duque se cerrara, ella tenía una oportunidad. Una única oportunidad para demostrar su valía y cambiar el rumbo de su carrera para siempre.
Con su maleta lista, Isa se detuvo un momento frente al espejo, ajustando su chaqueta y su expresión. Se miró a sí misma con determinación.
—Voy a lograrlo —murmuró, convencida—. Este contrato será mío.
Al día siguiente, embarcaría en el avión hacia Francia, sabiendo que lo único que necesitaba era que el duque le diera una oportunidad para escucharla. Y ella, caprichosa y porfiada como siempre, no descansaría hasta conseguirlo.
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"Entre Viñedos y Mentiras: La Historia de Isa y Pierre"
RomantikPrólogo En el corazón de Salamanca, una joven publicista llamada Isa se encuentra en la encrucijada de su vida profesional. Ambiciosa y determinada, Isa ha soñado siempre con llegar a lo más alto en su carrera. La oportunidad perfecta parece present...