—Me gustas.
¿Qué...?
—¿Qué? ¿Haitam...? ¿Has perdido alguna apuesta?— Dudo Kaveh.
—¡No, yo...! Me gustas, de verdad, no es una apuesta o algo... Eres... Un chico increíble, guapo e ingenioso. Me motivas a ser más expresivo para poder decirte lo que siento y... ¿Te pasa algo?
—No, no, es solo que...— El pobre rubio estaba hecho lágrimas. Dulce e ingenuo muchacho, no se lo esperaba.— Tú también me gustas. Te quiero.
Un pequeño silencio se coló entre los chicos, mirándose entre ellos.
—¿Puedo besarte?— Aquellas palabras se deslizaron sobre los labios del peligris como mantequilla derretida.
—Sí, claro…— Respondió Kaveh, aún limpiándose las lágrimas con las muñecas.
Alhaitam se levantó de su asiento frente Kaveh, dirigiéndose al que estaba al lado del rubio en aquel sofá como asientos.
La mano de Haitam se deslizó por la mejilla del rubio. Una mirada para asegurarse de que podía. Y lo hizo.
Los labios de los dos hombres se unieron. Un beso tierno y a la vez dulce. Mariposas en los estómagos de ambos. Un momento de paz y amor entre los dos.
—Te quiero.
—Yo más, Al.
La cabeza de Alhaitam bajo hasta el cuello de Kaveh, realizando una pedorreta en la zona. Risas desbordaron la boca del arquitecto a causa de las cosquillas.
—Eres un caso.
—¿Comemos, mi chico rubio?
—Por supuesto, escriba de ojos verdes.
Ambos comieron, hombro con hombro. Una taberna bastante buena, habrá que apuntarla para venir más veces.
—¿Te puedo invitar?
—Tengo dinero, Al.
—Pero me gusta pagarte las cosas.
—No soy tu princesa.
—Pero sí mi príncipe.
El escriba de la Akademia pagó y los dos se retiraron a dar un paseo por la noche en la acogedora ciudad de sumeru.
El cielo despejado, una bella aurora boreal en aquellos cielos que los dominaban y observaban.
El arquitecto buscó la mano de su compañero. Un momento para que la encontrará. Las dos se unieron con fuerza, como si no quisieran ser apartadas.
—El cielo de Teyvat es precioso.— Suspiro Alhaitam.
—Como tus ojos.
—Como tu pelo.
—Como tu mechón en forma de hoja.
—Como tu pluma.— El de ojos verdes le dio un pequeño toque a la pluma en el cabello de Kaveh. La risa ligera se apoderó de ellos
—¿Tienes las llaves?
—A diferencia de... Pocas veces, hoy la tengo...
—Kaveh, pocas veces son las que llevas las llaves.— Interrumpió Haitam.
—Sí, sí, el punto. Hoy las tengo. Así que deja que un caballero te abra la puerta, damas primero.
—¿Ahora soy una dama?— Cuestionó el escriba.
—Ajá.
Caminaron por un par de minutos más, hasta llegar a la casa del dúo. Como dijo anteriormente, el rubio fue a abrir la puerta.
Entonces, cuando abrieron la puerta. Un zorro, una niña traumada y un adicto a jugar a invocación de los sabios. Digo, Tignari, Collei y Cyno, con una pancarta enorme que ponía "Le gustas a Kaveh, ahora beso".
—Mierda. Se me olvidó.
—¿Cómo diablos se te olvida algo así? Olvídalo, ¿Sabes de quién es la culpa?— Habló el de ojos verdes.
—¿Mía?
—De Cyno porque estaba en los dos planes.
Dejaron de vitorear. Todas las caras en la habitación fueron a Cyno.
—Ups... ¡Pero había que meterles prisa! ¡A este paso se morían sin decirse nada!— Se excusó el gran general.
—¿Entonces son novios ya o no?— Pregunto Collei.
—Sí, ¿No?
—Si tú quieres.
—Pues si somos novios.— Respondió Alhaitam de nuevo con esa expresión neutral.
—¡Beso, beso, beso!— Animaron los tres.
Nuestros dos protagonistas se miraron. No había nada que temer, eran amigos desde pequeños. Aún así, un pequeño cosquilleo de vergüenza los recorría.
"Cuánto más rápido, mejor". Sí, eso pasó por la mente de Kaveh. Agarró al escriba y le planto beso en esos delgados labios como desayuno de todos los días.
—¿Contentos?
—Mucho.
—Pues os dejamos, pero sacad vosotros a los mariachis del salón.
—¡Mi salón limpio!— Se horrorizó Alhaitam.
—Los sacáis vosotros. Fue vuestra idea.— Advirtió Kaveh. —Sin excusas.
El trío volvió al interior de la casa y pasaron unos minutos convenciendo a los mariachis de irse, aún si no habían cantado todo lo planeado.
Cuando lo lograron se despidieron y dejaron al par de tórtolos en su casa, solos.
—¿Y Mandarina?— Pregunto el rubio.
Cómo por arte de magia, y como ya había hecho anteriores veces, el zorro apareció dando brincos por la habitación.
Lo que no se esperaban es que fuera directamente a los pies de Alhaitam.
—Te quiere más a tí que a mí.
—Te lo regalo.
—No digas eso de mi hijito.
—Nuestro.
Sin más
Creo q este es el final, después de un año
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Un gran enigma-Kavetham
FanfictionKaveh y Alhaitam, el dúo no dúo de la academia de sumeru, siempre juntos,pero nunca hacían nada juntos, Kaveh, joven arquitecto y un Alfa, joven...y endeudado y Alhaitam, escriba de la academia y todavía sigue sin conocer su segundo género,al menos...