Introducción

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Después de que aquel dios maligno fuese desterrado, Egipto empezó a prosperar. Horus reclamó su lugar como rey legítimo, pero aun tenía mucho por aprender. Mientras aprendía sus funciones como faraón, Isis le ayudaría a restablecer el orden que hace tiempo se había perdido. Entre los dos construirían un lugar mejor para todos aquellos que habían sido abandonados por siglos.

Pero Horus no quería ser rey, a él no podía importarle menos. Su preocupación se enfocaba principalmente en Seth, el dios que fue desterrado, quien ahora debería vivir como un semidios, enfrentándose a diversos peligros y situaciones que pondrán en riesgo su integridad, tanto física como mental.

Para Horus, Seth era más que un dios malvado. Había estado enamorado de él por varios años, y al verlo ser castigado le partía el alma. Pero, para recuperar el orden debía pagar por sus pecados. Hacía lo posible por ayudarlo y hacerle ver sus sentimientos por él, pero nada funcionaba, pues Seth no tenía interés por el nuevo rey.

Seth había sido el dios de la guerra y el desierto. Su sed de sangre parecía no tener fin. Cualquiera que tuviera la audacia de mirarle pagaría con su vida, ni siquiera otros dioses se atrevían a ir en su contra. Fue un rey temido, que corrompió la sociedad y la paz. Los asesinatos, los saqueos, las violaciones, los secuestros, los hurtos y la codicia se adueñaron de Egipto. Pero no solo cometió pecados a su gente, también a su familia, incluyendo a su amado hijo.

En algún lugar del vasto desierto de Egipto, en plena noche, sucedió un reencuentro de lo más emotivo.

- Anubis - dijo Seth, incapaz de creer que su amado hijo estaba enfrente de él, en forma de un dios. No lo había podido ver desde que el juicio se llevo acabo. No supo nada de él hasta en ese momento que estaban cara a cara. Se acercó al joven dios para poder sentirlo entre sus brazos, pero éste lo apartó.

- He venido a llevarte al Duat, debes pagar por tus crímenes - dijo Anubis inexpresivo.

- Anubis, por favor, perdoname por todo lo que he hecho, por como te he tratado todo este tiempo. No estaba bien. No estoy bien. Te necesito - Seth no parecía escuchar las palabras que salían de la boca de Anubis, pues, en su opinión, no eran relevantes.

- Podemos seguir hablando, si así lo deseas, pero deberás de acompañarme.

Anubis había tomado a Seth entre sus brazos, quien estaba fascinado por volver a tener a su hijo. No importaba a donde fuera o donde estuvieran, podía hacer frente a sus pecados con su hijo a su lado. Sin embargo, habían cosas que ni con todo el apoyo del mundo se podían solucionar, pues el daño ya estaba hecho. No llegarían muy lejos, pues una corriente de aire haría volar a Anubis, alejándolo de Seth.

Antes de que Seth terminara caminando sin rumbo por el desierto, había sufrido de un gran abuso. Las personas pertenecientes a la caravana habían abusado de él de todas las formas posibles. Fue mutilado, violentado, flagelado y también fue atormentado, por la propia maldición. Estos se fueron y lo dejaron ahí para que pereciera, pero Horus lo encontró y trató sus heridas. No sabe lo que experimentó Seth, pues este se negó a contarle. Humillado y apenado, Seth se alejó de Horus para procesar todo lo que vivió. ¿Así sería su vida de ahora en adelante? ¿Condenado a ser violado y que los demás tomarán ventaja de él? ¿Es en verdad esta la única forma para que él pague por sus pecados? No había mayor injusticia, en opinión de Seth, que la que él vivía. Si, tiene que pagar por todos los años que estuvo abusando de otros, y el tormento de aquella maldición ya era demasiado, pues afectaba a su alma y su mente. Pero, ¿también debía experimentar dolor físico?

Horus entró en pánico, no creyó que él sería capaz de caminar por su cuenta en aquel fatídico estado. Lo había buscado por días hasta que por fin lo encontró, en brazos de Anubis, quien trataba de llevárselo, lejos de él. No podía permitirlo, ¿todo su esfuerzo sería en vano? ¿Todo por culpa de ese dios insensato? Horus no lo dejaría pasar, pues creía que alguien tan egoísta como Anubis no merecía el amor de Seth.

- ¡Anubis! - gritó desesperado Seth - ¡¿Que le has hecho desgraciado?!

- ¿No ves que te está engañando? Planea arrastrarte al Duat. Y tú, sin pensarlo, decides seguirle - dijo Horus fastidiado.

Anubis se reincorporó, irritado - No permitiré que te entrometas.

Antes de que ambos empezaran a pelear, un vórtice se abrió en el suelo, arrastrando a Anubis. Había fallado su misión y ahora debería de afrontar las consecuencias.

- ¡No! ¡Espera! ¡Anubis!

El vórtice se cerró. Dejando tanto a Horus como a Seth intrigados. ¿Por qué quería llevarse a Seth? ¿Que sería de Anubis ahora? ¿Será otro maquiavélico plan de Osiris?

Harem de Sangre y SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora