Capítulo 1 El Inicio de un Tormento

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Después de lo ocurrido con Anubis, Horus llevó a Seth a un oasis a que descansara y recuperara su energía, pues se había desmayado en sus brazos. Antes de encontrar a Anubis, mientras caminaba a la nada, Seth empezaba a sentir los síntomas de una fiebre, causada por sus heridas que empezaban a infectarse. Sus músculos dolían, sus pies estaban cansados, y el estar expuesto al frío del desierto solo ocasionó que su salud empeorara.

- Anubis... Anubis... ¡Anubis! - despertó Seth, entre gritos - ¡Horus! ¡¿Qué paso con Anubis?!

- ¿No lo recuerdas? Una especie de portal lo absorbió.

- No... Debe de ser un error... ¡No puede ser cierto! Anubis...

- No te preocupes, ya aparecerá.

- Es que tú no lo entiendes. Lo más probable es que haya regresado al Duat con Osiris. Está en un grave peligro. Osiris podría torturarlo y hacerle más daño del que le ha hecho.

- De todas formas, no hay nada que podamos hacer, debes descansar.

Horus trató las heridas de Seth, y le proporcionó un poco de medicina para su fiebre. No tardó en quedarse dormido, pues su condición seguía siendo delicada, y estaba cansado por el malestar. Horus quería quedarse a su lado, pero a través de uno de los halcones que había mandado a Heliópolis logró ver que había problemas. Había una fuerte discusión entre algunas de las concubinas que había seleccionado Isis para Horus. Aunque es algo insignificante, debía resolverlo cuanto antes, pues si había problemas en el templo y los ciudadanos se enteraban, podría ponerse en duda su puesto como rey. Dejó a un par de aves custodiando a Seth, para después regresar a sus deberes como faraón.

Apenas entraba al ostentoso lugar, cuando escuchó el sonido de jarrones rompiéndose. Se dirigió a su oficina, esperando buscar algo de paz mientras pensaba como resolver el conflicto, aunque no sabía como había empezado. Habrá durado cinco minutos así hasta que entró de repente Isis, enojada por tener que enterarse de la llegada de Horus por uno de los sirvientes.

- ¡Horus! ¿Por qué no me has avisado en cuanto llegaste? ¡Te he estado esperando días! Hay cosas que resolver.

- Dime por favor que no tiene nada que ver con las discusiones de las concubinas.

- De hecho, esa es una de ellas. Han pasado tres meses desde que reclamaste tu lugar en el trono, es momento de que elijas una esposa con la que reinar. Yo puedo seguir apoyándote, pero ahora mismo necesitamos dar una imagen de estabilidad para aumentar la confianza del pueblo - Isis había hablado de esto con Neftis, a quien había recurrido para un consejo, pero al final una de las sirvientas las escuchó, y todo mundo terminó enterándose. La pelea entre las concubinas fue precisamente porque cada una decía ser la mejor para reinar junto a Horus.

- No creo que sea el mejor momento para pensar en eso. Estamos en un momento delicado, y aunque tal vez sea cierto que demos esa dichosa "imagen de estabilidad", la realidad es que posiblemente mi futura esposa de problemas. No sabrá como gestionar un reino, y tampoco he pensado en una candidata.

- No es necesario que la elijas tú, yo ya me he encargado de eso. Aunque las chicas que ya había escogido no son una mala opción, he encontrado a la indicada. Te casarás con Hathor.

- ¿Hathor? Entiendo que quieras que me case con una diosa, pero, ¿de todas las que pudiste elegir, la escogiste a ella? ¿Por qué?

- Sé que es una decisión precipitada, pero piénsalo fríamente. Como es la amada hija de Ra, podemos sacar provecho y tener ventaja en lo que reconstruimos Egipto.

- No suena mal, pero tendré que pensarlo. Ahora mi mayor preocupación es la caravana y lo que sea que está ocurriendo en el Duat.

- ¿Hay problemas en el Duat?

Harem de Sangre y SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora