Era una noche de luna llena, la cuál se encontraba en su punto mas alto, brillando como suele hacer cada mes. Las aguas del Nilo se movían tranquilas, en un ambiente de calma y paz. Y aunque parecía ser una plácida noche, en el templo de Isis ocurriría lo contrario, pues en alguna de las habitaciones que ahí habían, dos amantes se besaban cegados por el placer. Horus estaba conmocionado, pues no se esperaba que lo primero que haría Anubis apenas despertara fuera besarlo tan apasionadamente. Trataba de separarse y calmar sus instintos, pero el aroma de Anubis lo atraía como nunca antes lo había hecho, sus labios eran un elixir del cual quería seguir probando hasta el final de los tiempos. Su cuerpo no parecía ser suyo. Anubis, por otro lado, sabiendo que se trataba de el plan fallido de Osiris, decidió dejarse llevar, pues quería desentenderse de los problemas por una noche, de todas formas, tampoco tenía control sobre su cuerpo. Para él, fingir todo este tiempo la pérdida de sus recuerdos no fue fácil, pero no quería que Osiris sospechara. Un movimiento en falso y pondría en riesgo la vida de Seth, pero incluso él no pudo evitar ser hechizado por Osiris para llevar a cabo su malévolo plan. Anubis podía recordar perfectamente su vida como semidios, su vida como el hijo de Seth y Neftis, sus vivencias en Heliopolis, y tambien recordaba el momento cuando conoció a Horus. En ese mismo instante, en el que su mirada se posó en Horus por primera vez, quedó maravillado. Aunque se trataba de un semidios, como él mismo, podía ver en él grandeza y poder.
Su beso continuaba, siendo cada vez mas intenso. La juguetona lengua de Anubis provocaba a Horus, buscando que este pierda el interés en resistirse al placer. Horus estaba siendo dominado por el olor que emanaba Anubis. Era una fragancia particular, pues no era el aroma que tanto caracterizaba al dios perteneciente al duat. Muy parecido a una mezcla de chocolate y vainilla, con toques dulces y amaderados. Ni muy dulce ni fuerte, pero si muy seductivo.
No pudiendo controlar más sus impulsos, decidió acariciar suavemente el cuello de Anubis, bajando lentamente hasta su pecho, donde se separó de sus labios para colocar su boca en uno de sus pezones. Movió su mano lentamente en dirección a sus clavículas, mientras que la otra descendió a su abdomen, haciendo un movimiento circular cerca de su pubis. Anubis se sentía extasiado. Su cuerpo estaba muy sensible y receptivo al tacto de Horus. No quiso ser el único que disfrutaba, así que mientras Horus se enfocaba en sus pectorales, el comenzó a masajear sus brazos y espalda. Los dos parecían coordinarse, pues con una mirada que se dieran, sabían que hacer. Horus empezó a llenar de besos el torso de Anubis, succionando en algunas partes, haciendo que Anubis gimiera del placer. Continuó hasta llegar a su abdomen bajo, donde reveló su piel desnuda y su hombría. Horus miraba encantado el miembro erecto de Anubis. En alguna otra ocasión le daría igual, o incluso miraría a otro lado, pero esta vez no dejaba de contemplarlo. Lo tomó con cuidado y empezó a masturbarlo, sentía como se tensaba y se relajaba en sus manos. Desvió su mirada al rostro de Anubis. Para su mala suerte, su cara estaba tapada por el tocado del mismo. Se detuvo un momento para quitarle aquel accesorio y contemplar su rostro. Sus ojos reflejaban la lujuría que sentía, sus mejillas estaban sonrojadas y podía ver su boca entreabierta. Estuvo tentado a besarlo de nuevo, pero decidió bajar nuevamente entre las piernas de Anubis, para meter aquel miembro a su boca.
La habitación se lleno rápidamente de los gemidos de Anubis, quien empezaba a ver borroso debido al placer. Horus no dejaba de ver las expresiones que hacía, se sentía complacido al ver la reacción que tenía Anubis al sentir su lengua subiendo lentamente hasta la punta, ejerciendo cierta presión mientras lamía con delicadeza. Sus gemidos eran como una dulce sinfonía que lo incitaban a continuar con su pecaminoso acto, degustando del sabor del liquido preseminal que avisaba de la pronta eyaculación del dios.
- ¡H-horus! - gemía Anubis sin pudor alguno. Sentía que llegaba al éxtasis, pero antes de poder disfrutal del clímax, Horus se detuvo. Irritado, dirigió su mirada al culpable de interrumpir su orgasmo.
ESTÁS LEYENDO
Harem de Sangre y Secretos
Romance- Seth - susurró Anubis mientras depositaba besos tiernos a lo largo del cuello del pelirrojo. - ¡Ahh! ¡Anubis! ¡Horus! - dijo Seth al sentir la mano juguetona de Horus en su endurecido falo. Ambos estaban desesperados por complacerlo. Cegados por e...