"Que bello es el jardín de Isis", pensó Anubis, mientras veía maravillado aquel lugar.
Las aves cantaban alegres en cada rincón del lugar, algunas estaban en sus nidos, otras se bañaban en las fuentes, y algunas disfrutaban del díasoleado. Había árboles de todo tipo, de diversos colores, algunos con sus frutos aun en sus ramas. El paisaje estaba adornado con una amplia variedad de flores que perfumaban el ambiente, recordando el tan característico aroma de Isis, tan puro, tan único. Un olor que se puede sentir en cada rincón del templo, un olor que te hace sentir el abrazo de la diosa. Era un lugar donde podías escapar de los horrores del mundo por solo unos momentos.
Anubis se deleitaba con tanta vida, tan distinto al Duat. Los diversos aromas inundaban su ser, tanto, que sentía como entraba en sintonía con tanta armonía. Se sentía relajado, hasta que percibió un olor particular. Amaderado, un poco cítrico, muy intenso. Estaba confundido, entre tantas fragancias florales, ¿como pudo llegar un aroma asi? Siguió oliendo, intentando percibir cada componente de dicho aroma, hasta que el olor de la arena se hizo presente.
¿Arena? ¿Como es posible? El desierto no estaba tan cerca como para poder oler de esa forma tan penetrante. Solo había una explicación, y es que ese olor solo podía ser de Seth, lo que indicaba que el mismo se encontraba cerca. Lleno de curiosidad, se dispuso a encontrarlo tratando de seguir su instinto.
Seth tomaba una plácida siesta, teniendo así un momento para poder relajarse de los días tan ajetreados que ha vivido últimamente. No quería seguir pensando en Osiris, pues aunque odiara admitirlo, el muy desgraciado había logrado su cometido, y es que ahora viviría para siempre esos momentos tan sórdidos en la mente de Seth. Ya era demasiado tormento, ¿cuando acabaría? ¿Podría terminar su castigo si desaparecía? Quien sabe. Tal vez nunca podría desvanecerse. Tal vez, este tormento jamás acabe. Y es que nunca acaba, pues aunque hayan pasado unos meses desde la sentencia, Seth ha estado viviendo en una tortura diaria por siglos. No sirve de nada pensar en aquello que no podemos manejar, pues nada se puede hacer. Por ahora, se propondría descansar.
Anubis por fin lo había encontrado. No demoró mucho, pues el jardín no era tan amplio como para buscarlo por horas. Verlo le hizo sentir una sensación agridulce. Recuerdos alegres de su infancia llegaban a su mente, cuando Seth le besaba su cara para demostrarle el cariño que solía tenerle y cuando le abrazaba con ternura, cuando vivía en la Heliópolis rodeado de amor, cuando todo parecía estar bien. Esos recuerdos fueron sustituidos por aquellos dondebsufrió a manos de Seth por varios años. Mas amargos recuerdos llegaban, cuando en el juicio le hizo prometer que vivirían felices una vez todo culmine, llenando a Anubis de esperanza, solo para que Osiris aprovechara de él. Pero aun usando todo su poder, Osiris no corrompería a Anubis. Cerró sus ojos tratando de callar aquella insoportable voz que solo abruma y trae desesperanza, y cuando los abrió ya no estaba en el jardín, estaba en aquella habitación en el Duat, donde encontró a Seth. Podía verlo, en medio de la cama, tan lastimado e indefenso. Corrió para abrazarlo y cubrirlo, apretando fuertemente sus ojos, deseando dejar de ver esa imagen tan dolorosa.
Otra vez estaba en el jardín, el sol brillando con intensidad, las hojas de los árboles bailando al ritmo del viento, las flores soltando sus dulces aromas, y Seth acostado tranquilo en el pasto. La mente de Anubis se había apoderado de él por un instante. ¿Es así como la mente de Seth juega con él? La pregunta rezonaba en su cabeza, cuestionandose si era verdad o no. No podía imaginar pasar por eso mismo a diario, pues tan solo unos instantes le parecieron insoportables. Que terrible tener que vivir asi día con día, siendo perseguido por los fantasmas del pasado. Trato de calmarse, pues su vista seguía nublada tratando de mantenerlo cautivo en el recuerdo. Cuando pudo estar mas consciente de su entorno, notó que estaba encima de Seth, cubriéndolo. Eso mismo era lo que él quería, cubrirlo de toda la maldad que existe, para que no pueda seguir lastimándolo. Encontrará la forma, junto a Horus, de que asi sea.
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Harem de Sangre y Secretos
Romantik- Seth - susurró Anubis mientras depositaba besos tiernos a lo largo del cuello del pelirrojo. - ¡Ahh! ¡Anubis! ¡Horus! - dijo Seth al sentir la mano juguetona de Horus en su endurecido falo. Ambos estaban desesperados por complacerlo. Cegados por e...