Capítulo 4

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"Te amo tanto que no puedo imaginar una vida sin ti"

Paige Gilmore.


El hermoso atardecer estaba iluminado por el cielo anaranjado. Se despliega en un lienzo de tonos cálidos y vibrantes, como si el cielo mismo hubiera sido pintado por una mano de artista celestial. El sol, en su descenso lento y majestuoso, se convierte en un resplandor ardiente que baña el horizonte con un resplandor anaranjado intenso.

Las nubes, ahora transformadas en un color distinto, flotan suavemente en el agua, sus bordes iluminados por el resplandor del sol. A medida que el sol se acerca al horizonte, el cielo se tiñe de un anaranjado profundo que se desvanece en un sutil rosa, dando paso a una calma expectante que precede a la noche. El aire, impregnado de la calidez del día, comienza a enfriarse ligeramente, trayendo consigo una brisa suave que acaricia mi piel, un escalofrio me recorre de pies a cabezas. Chris deja su abrigo en mis hombros. El reflejo del sol sobre el agua transforma el paisaje en un algo brillante, donde cada ola parece dar un brillo dorado encantador.

En este instante mágico al lado de Chris, el mundo parece detenerse para contemplar la belleza del atardecer, como si cada ser viviente se sintiera parte de un espectáculo natural que trasciende las palabras.

La sorpresa me habia encantado, Chris se esforzo en preparar este momento especial.

Mire la mesa que tenia preparada y estaba todas mis comidas favoritas. Postre de chocolate, dos platos de rabioles, una enorme pizza con varios ingredientes y muchos dulces alrededor. Por ultimo, un enorme ramo de peonias adornaban el centro de la mesa.

—En todas las sorpresas que has hecho, en esta te has superado, Chris —me gire para verlo con una sonrisa en su rostro, era distinta, era la primera vez que la veia, era de puro amor, como si fuese la unica mujer en la tierra.

Mis ojos se pusieron borrosos, sacudi la cabeza tratando de no dañar el ambiente con mis lloriqueos.

—Quiero decirte, rubia —se acerco, poniendo un mechon de cabello revelde que por la brisa estaba en mi frente —, mereces el mundo entero, solo le pido al de arriba que me permita estar contigo y hacerte feliz.

Lo abrace con fuerza sobre su cintura,—Gracias por amarme tanto. Yo tambien te quiero, mas de lo que puedo explicar.

Su risa ronca resono en mi pecho pegado a el, —Gracias por dejarme amarte, rubia. Ahora —se separo de mi, para sentarnos en la mesa. Chris saco la silla para poder sentarme.

—Que caballero.

—Para ti, siempre nena.

Los dos disfrutamos un tiempo de la comida y del hermoso paisaje que teniamos a un lado, la sensacion de tenerlo a mi lado era inexplicable, no podia dejar de sonreir. Chris me demostraba que cada dia era distinto y hay nuevas formas de enamorar a la misma persona que tienes a tu lado.

Era hermoso.

Cada dia sentia que lo amaba con mas intensidad. El hacia actos de amor que me permitian ver quien era y lo que sentia por mi.

—¿Eres feliz, rubia?—pregunto Chris de repente mientras ambos disfrutamos de la comida.

—Lo soy —no dude en contestar —, soy muy feliz. ¿Tu lo eres?

—Soy feliz, cuando estoy contigo, no me falta nada, rubia.

—Me siento de la misma forma —dije mientras nuestras miradas no podian apartarse.

Bajo el mismo cielo rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora