Capítulo 10

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"No podemos tener todo lo que deseamos en la vida"

Paige Gilmore.

Pegue un grito en cuanto desperté.

Era una terrible pesadilla. No era la primera. Desde su muerte, me despertaba gritando, recordando en el momento que lo perdí.

No bastaba con el silencio en mi corazón.

Lo perdía una y otra vez al cerrar los ojos.

Lo abrazaba, pero él no lo hacía. Si no que recordaba su cuerpo inmóvil y pálido. Me levantaba con los ojos llorosos y la sábana mojada. Mamá no se daba cuenta, porque la cambiaba antes de que pudiera notarlo.

Hoy era el cumpleaños de Aurora. Todos los años nos invita a su casa, a los chicos y a mí. Y algunos de sus primos cercanos.

Socializar se había convertido en una tortura.

Me preguntaba si se enojaría en caso de no ir. Ella dijo que debía ir, según ella, me sirve para distraerme. Obviamente no es cierto.

No era momento de celebrar, apenas había pasado un mes desde la muerte de Chris.

Seguía igual.

Todo seguía igual, nada había cambiado. No había mejora o cambios en como me sentía. Seguía teniendo problemas para comer y dormir.

Irónico. Era lo que mejor se me daba hacer y lo que más disfrutaba.

El molesto Kaiden seguía insistiendo en que aceptara mi dolor.

En algún punto pensé que lo que quiere es verme llorando por todas partes como una magdalena. No puedo parecer tan miserable. Al menos no en público.

Seguía hablando con Connor.

Sentía que me entendía y no me juzgaba.

No podía ser la misma Paige Gilmore de antes. La que quedaba era llena de dolor.

Al llegar a la cada de Aurora, alguien había llegado al mismo tiempo que yo.

Qué suerte tienes, Paige Gilmore. Bravo.

—¿Coincidencia o destino? —inquirió, sonriendo.

—Mala suerte — murmuré, mientras tocaba el timbre.

—No estaba seguro de que ibas a venir.

No lo mire, espere frente a la puerta, —Lo hago por Aurora.

—Está bien. Al menos quieres algo aún. No todo está perdido —musito.

Torcí los ojos con molestia, iba a responder, pero en ese momento apareció Aurora.

—¡Hola, chicos! Gracias por venir, por favor pasen —Aurora abrió la puerta, dejándonos pasar.

Un suave aroma a lavanda me recibe, envolviéndome en una sensación de hogar. La luz del sol se filtra a través de grandes ventanales, iluminando cada rincón con un brillo cálido. Todo estaba como recordaba.

Kaiden le brindó una bolsa de regalo, los ojos de Aurora brillaron en cuanto lo vio.

Mierda. Se me había olvidado el regalo.

Aurora lo abrió de inmediato, primero saco una caja de chocolates y por último, un disco de...

—¡Lady Gaga!—dijo gritando. Abrazó a Kaiden de inmediato —. ¡Gracias, gracias, amo a Lady Gaga!

—Lo sé, Gilmore me lo dijo —contesto, mirándome de reojo.

—Mentiroso. No te he dicho nada —contradije, cruzando los brazos.

Bajo el mismo cielo rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora