Capítulo 23

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"Es necesario haber amado, después perder el amor y luego volver a amar todavía más"

Vicent Van Gogh.

Día de Acción de Gracias

Para muchas familias, este día era solo una fecha en el calendario. Pero para los Warren y los Gilmore, siempre había sido motivo de celebración.

Desde que tengo memoria, nos reuníamos todos, creando un caos alegre que llenaba la casa de risas. Sin embargo, este año era diferente. Quizás no sería lo mismo, pero sabíamos que debíamos continuar por él.

Mi ánimo había mejorado en los últimos días, y tener a Kaiden como amigo en lugar de enemigo era un alivio que no sabía cuánto necesitaba. Su presencia ya no era una sombra molesta, sino más bien un faro que me anclaba en los días difíciles.

La mesa estaba llena de vida, como siempre. Jacob y mi padre ocupaban el centro, enfrascados en una conversación apasionada que probablemente tenía que ver con trabajo o política. Mi madre y Eleanor charlaban animadamente sobre telas, patrones y colores, sus manos gesticulando con entusiasmo. Al observar a Eleanor, no pude evitar sonreír. Había pasado por tanto, pero la terapia parecía estar ayudándola. Había luz en sus ojos nuevamente.

Mis hermanos, Brian y Nate como de costumbre, estaban en su propia competencia infantil sobre quién comía más rápido, mientras Brandon ignoraba el ruido a su alrededor con un libro abierto frente a él. Puse los ojos en blanco. Él nunca cambiaba.

Entonces, mi mirada se desvió hacia Kaiden. Estaba tranquilo, su rostro relajado mientras observaba a los demás, como si estuviera absorbiendo la energía de la habitación. Ya no me irritaba verlo allí, todo lo contrario. Su presencia tenía un efecto sorprendentemente calmante en mí.

Tomé mi copa de vino y la golpeé suavemente con una cuchara, dejando que el tintineo llamara la atención de todos. Las conversaciones cesaron poco a poco, y de repente, todas las miradas estaban sobre mí.

—¿Todo está bien, cariño? —preguntó mamá, frunciendo el ceño con un gesto de preocupación.

Le dediqué una sonrisa tranquilizadora.

—Todo está bien, madre. Solo quería decirles algo.

Eleanor dejó su cuchara a un lado y se limpió la boca con la servilleta, dándome toda su atención.

—Por favor, querida, adelante.

Respiré hondo, tratando de encontrar las palabras correctas.

—Este ha sido un año muy difícil para todos —dije al fin. Vi cómo las cabezas bajaban alrededor de la mesa, los rostros llenos de una tristeza que todavía estaba demasiado presente. Mi corazón se apretó, pero supe que debía continuar—. Pero estamos aquí, juntos, y eso es lo que importa. Debemos seguir adelante... por Chris.

Mi voz tembló al final, y llevé una mano a mi pecho, como si el gesto pudiera contener las emociones que amenazaban con desbordarse. Dejé escapar un largo suspiro antes de continuar.

—Sé que creí que mi dolor nunca pasaría. Que este vacío sería eterno. Pero aquí estamos, todos nosotros, y hoy quiero que recordemos lo que Chris nos enseñó: que siempre hay motivos para sonreír, incluso en los días más oscuros.

Eleanor me miró con una sonrisa tensa, sus ojos brillando con lágrimas contenidas, pero llenos de aprobación.

—No quiero que se pongan tristes —añadí rápidamente, con un tono más ligero—. Hoy estamos aquí para celebrar, para estar juntos, y debemos ser felices. Chris no querría que fuera de otra manera.

Bajo el mismo cielo rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora