Capítulo 5

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El interior de Syriun es tan sorprendente como inquietante. La entrada por la que hemos pasado, un pasillo estrecho y anodino, contrasta completamente con el lujoso vestíbulo en el que nos encontramos ahora. El suelo de mármol negro brilla bajo la suave iluminación, y enormes lámparas de cristal cuelgan del techo, proyectando un resplandor dorado. A lo lejos, una música suave y etérea llena el aire, lo suficientemente tenue como para no ser intrusiva, pero lo suficientemente persistente como para sentirse envolvente.

La figura del hombre que nos ha recibido continúa avanzando hacia nosotras, con una sonrisa enigmática que no llega a sus ojos. Siento que algo no cuadra, que la amabilidad que muestra tiene una doble intención. Elyse, por supuesto, no se percata de nada; está demasiado ocupada admirando la opulencia del lugar con los ojos bien abiertos.

—Este lugar es impresionante —murmura Elyse, girando sobre sí misma para no perder detalle— ¿Cómo puede existir algo tan increíble en una callejuela tan simple?

—Quizás no sea tan simple como parece —respondo en voz baja, intentando mantener la calma mientras mi mente analiza cada detalle del entorno.

El hombre se detiene frente a nosotras, inclinándose levemente en una reverencia exagerada.

—Permítanme presentarme —dice con una voz suave, que irradia una tranquilidad perturbadora— Mi nombre es Alaric. Soy el gerente de Syriun, y he sido informado de su llegada. Señorita Lisha, es un placer tenerla de vuelta.

La forma en que pronuncia mi nombre hace que se me erice la piel. Siento que sus palabras llevan un significado oculto, como si conociera más de lo que está dispuesto a revelar. Elyse, por otro lado, no parece darse cuenta del matiz en su tono.

—¿De vuelta? —pregunta Elyse con una sonrisa burlona— Lisha, no me digas que te lo pasaste tan bien la última vez que has vuelto tan pronto.

Ruedo los ojos, aunque la incomodidad persiste en mi estómago. La manera en que Alaric nos observa me hace sentir como si estuviéramos siendo analizadas, como si estuviéramos bajo un microscopio. Intento parecer relajada, pero mis sentidos están en alerta máxima.

—Sí, algo así —respondo con un tono despreocupado, aunque mis pensamientos están en otra parte— ¿Qué es exactamente este lugar, Alaric?

Su sonrisa se amplía, como si hubiera estado esperando esa pregunta.

—Syriun es un lugar para aquellos que buscan una experiencia única, un refugio donde los sentidos se despiertan y las verdaderas intenciones se revelan. Pero por ahora, permítanme mostrarles nuestras instalaciones. Estoy seguro de que les encantará.

Antes de que pueda protestar, Alaric hace un gesto hacia un pasillo a nuestra derecha. Elyse, como era de esperar, se adelanta sin pensarlo dos veces, mientras yo la sigo con cautela. El pasillo se extiende en una suave curva, iluminado por luces doradas que crean una atmósfera cálida y acogedora. Sin embargo, hay algo en el aire, algo que no puedo identificar, pero que me hace sentir inquieta.

El pasillo nos lleva a una serie de habitaciones, cada una más lujosa que la anterior. Suites adornadas con muebles antiguos, cortinas de terciopelo y obras de arte que parecen sacadas de un museo. Elyse está maravillada, pero yo no puedo evitar sentir que todo es una fachada, una ilusión cuidadosamente diseñada para distraer a los incautos.

Mientras Alaric nos guía, noto que hay personas que van y vienen, empleados del lugar, pero ninguno de ellos nos mira directamente. Es como si estuvieran entrenados para ignorarnos, o tal vez simplemente no se les permita interactuar con los huéspedes. Finalmente, llegamos a una gran sala de estar, donde varias personas están sentadas en sofás de cuero, conversando en voz baja. Alaric se detiene y nos indica que tomemos asiento.

—Les recomiendo que se relajen y disfruten de nuestro servicio de hospitalidad. Todo lo que deseen estará a su disposición.

—Gracias, pero estoy más interesada en el club —digo, manteniendo mi voz firme y mi expresión neutral.

Alaric parece sorprendido, aunque solo por un momento.

—Por supuesto. El club es una de nuestras mayores atracciones, pero solo está disponible en ciertas horas. Mientras tanto, si me lo permiten, enviaré a alguien para que las acompañe y les muestre el resto de nuestras instalaciones.

Elyse va a protestar, pero antes de que pueda decir algo, una puerta al fondo de la sala se abre y aparece una figura alta y esbelta. Reconozco inmediatamente a la mujer que he visto la noche anterior: la chica alta con el cabello corto y oscuro. Ahora, con la suficiente luz, puedo ver que no solo es atractiva, sino que tiene una presencia imponente. Sus músculos están bien definidos bajo la ropa ajustada, y sus ojos, de un tono grisáceo, parecen atravesar el alma de cualquiera que ose sostenerle la mirada.

—Vagne —dice Alaric, haciéndose a un lado— Estas son las señoritas Lisha y Elyse.

Acompáñalas y asegúrate de que tengan todo lo que necesiten.

Vagne me mira fijamente, ignorando por completo a Elyse. Su expresión es impenetrable, pero hay algo en su mirada que me hace sentir vulnerable, como si pudiera ver a través de todas mis defensas.

—Con mucho gusto —responde con una voz gutural y segura, mientras se acerca a nosotras— Si me siguen, por favor.

Elyse, por supuesto, no pierde el tiempo y comienza a seguirla de inmediato, con su habitual imprudencia. Yo, en cambio, me tomo un segundo para observar a Alaric. Su sonrisa ya no está, y hay una seriedad en su rostro que no había mostrado antes.

—Nos veremos pronto, señorita Lisha —dice, inclinando ligeramente la cabeza.

Me giro y sigo a Elyse y a Vagne, pero mi mente está en alerta. Algo no está bien. Alaric ha dejado claro que la única persona de interés aquí soy yo. No sé por qué, pero estoy segura de que Elyse está siendo apartada deliberadamente. Es como si quisieran mantenerla a salvo, o tal vez solo querían separarnos para que pudieran decirme algo. Vagne nos lleva a través de un pasillo diferente, este menos ostentoso, más moderno. Las paredes son de un blanco inmaculado, y el suelo de madera clara amortigua nuestros pasos. Parece un hotel normal, pero la atmósfera sigue siendo opresiva, como si cada rincón escondiera un secreto.

Finalmente, llegamos a una puerta metálica sin ninguna señalización. Vagne la abre y nos invita a entrar. Elyse se adelanta sin pensarlo, y yo la sigo, pero antes de cruzar el umbral, siento una mano en mi brazo. Me giro y veo que Vagne me mira fijamente.

—Ten cuidado —susurra, apenas moviendo los labios— No todo es lo que parece en Syriun.

Antes de que pueda responder, Vagne suelta mi brazo y me empuja suavemente hacia dentro. La puerta se cierra detrás de nosotras, y me encuentro en una habitación completamente diferente a cualquier cosa que haya visto antes. Las paredes son de un gris oscuro, y la luz es mínima, creando sombras en cada esquina. Elyse está frente a mí, pero no parece darse cuenta de nada inusual.

—¿No es increíble? —dice con entusiasmo, acercándose a una mesa con una botella de licor en el centro— Deberíamos beber algo, relajarnos un poco antes de que empiece la fiesta.

—Elyse, espera... —empiezo a decir, pero ella ya está sirviéndose una copa.

Observo la habitación con más detenimiento. Hay una extraña vibración en el aire, como una energía latente que solo puedo percibir si me concentro lo suficiente. Y entonces lo veo. Una pequeña cámara oculta en una de las esquinas, casi imperceptible, pero está ahí, vigilándonos.

—No bebas eso —digo rápidamente, arrancando la copa de las manos de Elyse antes de que pueda protestar— Algo no está bien aquí.

Elyse me mira con sorpresa, pero antes de que pueda decir algo, la puerta se abre de golpe y Vagne vuelve a entrar, su expresión es seria.

—Lo siento, pero la fiesta tendrá que esperar. Señorita Lisha, necesito que me acompañe. Ahora.

SyriunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora