Cicatriz.

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El suave y discreto bombeo acaricia su palma con su constante ritmo de existencia, al mismo tiempo los pulmones se expanden y comprimen causando el común sube y baja del pecho. Cada respiración es una confirmación de que el organismo tiene un buen funcionamiento, todo está en orden. La vida no está siendo interrumpida, todo está bien. Si es sincero consigo mismo, se siente un poco ridículo por su imperiosa necesidad de corroborar que no hay ningún percance que amenace la vida de él, pero teniendo en cuenta su historial repleto hasta el hartazgo de desafortunados sucesos que acarrea desde hace años, siente que su actuar y paranoia están justificados. Quizá por eso él nunca reclama por sus manías sobreprotectoras.

Pasa sus dedos por sobre la tela oscura y holgada que compone la vieja camiseta que su chico ocupa como pijama, es suave y puede sentir su delgadez con bastante facilidad, no es excesiva, pero si da a conocer los desgastes por su continuo uso. El tono se funde con el cabello ébano que traza complejos caminos tanto por la prenda como por el cobertor y las sábanas, que contrastan enormemente con su color crema y blanco respectivamente. Atrapa con sus ágiles dedos un mechón delgado y comienza a enrollarlo suavemente creando ondas que morirán al instante, es un hábito que desarrolló cuando su pareja decidió dejarlo crecer.

Sus agudos ojos captan hasta el último pelo negro que se separa del conjunto por su juego, para una persona normal le sería absolutamente imposible siquiera diferenciar el cabello de la camiseta, por el simple hecho de que es de noche y las cortinas están cerradas, la luz a su disposición es escasa. Sin embargo, él ve cada objeto bien definido y los colores sólo le parecen un tono más apagado que los originales. Adora ser propietario de una visión tan increíble, le ha sacado provecho de las formas más extravagantes e inverosímiles, al fin y al cabo es suya y puede usarla como quiera. Aunque al final se lleve un sinnúmero de palizas y regaños por sus juegos indecentes y estúpidos.

Lentamente su mano se abre paso hasta la unión de la cabellera a la carne suave que el fogoso sol nunca pudo marcar ni dejar huella. Delinea desde el inicio de la mandíbula hasta el mentón, luego sube hasta tocar los labios sintiendo el cálido aire escapar por la sutil abertura que mantienen, sonríe y se entretiene recordando hasta el último detalle de ese rostro tan afilado como delicado que tanto le encanta admirar. Se aventura más arriba y con cuidado retira los oscuros cabellos que obstruyen su recorrido, los amontona detrás de la oreja y no puede evitar sonreír cuando acaricia su mejilla y siente cómo su pareja instintivamente se acerca a su mano, buscando el calor que emana.

Acerca su cuerpo y lo abraza, su chico se acurruca y suelta un solo suspiro ante sus caricias. Siente el calor corporal ajeno fundirse con el suyo y sonríe aún más por la infinita alegría que le da estar con quien ama.

--Licht.

El susurro se funde con el aliento y desaparece en el aire, un suave y dulce llamado entre sueños que le produce ternura. Con solo escuchar el tono sabe que Tokikaze sigue dormido, totalmente confiado de que nada ocurrirá y envuelto en esa sensación de seguridad que tantas veces le ha dicho que él le provoca, permite que el sueño profundo se adueñe de su ser, tan diferente de hace años, en donde la ligereza rozaba lo insano.

De forma inconsciente sus yemas dibujan un largo e irregular sendero hasta el hombro izquierdo del otro, pese a la postura algo incómoda que adoptó para tocar ese lugar, no retira su mano, no cuando sabe que su índice quedó justo encima del inicio de aquella cicatriz cuya forma y medidas se sabe de memoria. Se aleja un poco provocando un sutil quejido disconforme de su chico, que se mueve en busca de recuperar el calor perdido, se lo permite al no desear despertarlo, pero su descubrimiento sigue anclado en su mente.

Es consciente que esa cicatriz es larga y ancha, de bordes tan perfectos que pareciera que el filo de la espada solo se deslizó por la piel. Es oblicua, con una tonalidad más pálida que el resto de la tez que acostumbra a tocar. La ha visto tantas veces que, al igual que el recuerdo de cómo fue causada, está grabado en su mente.

Él mismo tiene un sin fin de cicatrices adornando su piel, no obstante, ninguna es tan grande ni tan larga como la de Tokikaze. Odia el recuerdo que esa herida cerrada carga, que le obligó a dormir a su dueño durante dos años para luego permitirle el despertar en medio de un infierno. Sin embargo, el consuelo que siente al saber que aquella honda laceración no fue suficiente como para arrebatarle a su amor aminora las llamas de la furia contra sí mismo por no despertar a tiempo y evitar alzar su mano en contra del dueño de su corazón.

--¿Qué te mantiene despierto?

La voz adormilada de Tokikaze llega a sus oídos. El tono no sobrepasa al de un susurro y la lentitud de las sílabas indican que ha despertado recién, y que además, todavía lucha contra la tentación de continuar durmiendo.

--Lo siento, no quería despertarte.

--No me molesta--le asegura con más control de sus sentidos--Simplemente me sorprende que tú, el que se duerme primero de los dos, seas el que esté despierto tan tarde.

--No es tan tarde--se excusa y ve la hora en uno de los relojes de mesa--Son recién la una de la mañana.

--Eso no lo hace mejor.

--Al menos no son las tres--murmura determinado a aminorar el impacto de la hora.

El teniente coronel exhala una risa y lo abraza con un dejo más de fuerza, contentándose con estar en los brazos de su pareja. Licht le devuelve el gesto tratando de no hacer notar la amargura resurgida y el ardor del enojo por el pasado, pero una parte de él sabe que es imposible ocultar algo de su chico, aquel que nunca le ha temido incluso cuando toda cordura se volvía tan frágil como el cristal.

--Estás pensando en eso, ¿verdad?--pese a que la entonación es propia de las preguntas, el ex coronel es más que consciente de que nunca fue una.

--Sí--no ve el caso en mentir--Lo siento--es menos que un murmullo.

--Te perdono--la honestidad gotea en cada sílaba, sabe que el ex coronel no necesita que desestime sus disculpas, sabe lo inútiles que son las palabras "No es tu culpa". Así que no las dice--No puedes cambiar el pasado, al menos ya no desde que el Althing regresó al cielo, pero eso está bien. Ya no hay nada que cambiar, por muy dolorosos que los recuerdos sean, ahora tú estás aquí, yo estoy aquí, al final aquel momento no destruyó nuestro lazo. No acabó con todo.

Tokikaze tiene razón, por mucha aflicción que las imágenes irradian no pasan de ser eso, imágenes ensangrentadas de un momento que no destruyó el futuro que anhelaba, y ahora se hizo realidad. Porque esa secuencia de instantes dicen que Sakai murió, pero él está aquí, con él y lo ama con una intensidad que sólo rivaliza con la suya. Al final la realidad pide que ya no se lamente de lo pasado y que atienda el futuro que lentamente se forma a su alrededor.

--Construyamos un buen futuro--recomienda el de ojos azules como el mar, saturados de un cariño y amor insondables.

Disfrutar de esta nueva oportunidad. En lugar de vivir aferrado al pasado como lo ha hecho por un lapso insano debería dejarlo ir y amar el presente que le regala momentos inolvidables.

--Un buen futuro...--repite Licht--Para mí el mero hecho de que estés aquí lo convierte en el mejor de los futuros--murmura--Gracias por estar aquí.

--Me alegra estar contigo. Te amo.

La calidez se expande por su interior. Su corazón acelera su palpitar y una sensación de plenitud lo embarga aplastando aquella espina de molestia en su alma, que siempre intenta enterrarse más. Con fuerza abraza a su pareja, siendo recibido con una facilidad reservada especialmente para él.

--También te amo.

Tokikaze cierra los ojos y se relaja.

--Ahora a dormir, cuando despiertes seguiré aquí, a tu lado. No me iré nunca, así que relájate.

La promesa tiene un significado sentimental más pesado de lo que cualquiera esperaría. Licht siente el alivio entrar en la agradable mezcla en su ser. Tokikaze está aquí y él también está aquí. Si por azares del destino existió un futuro en donde su novio es realmente asesinado por su mano, ya no le importa, porque ese no es el futuro que le tocó, no es el futuro en donde está ahora. Él está en uno que le gusta, uno que protegerá con su vida, así que todo está bien.

--Gracias.

Sentimientos VetustosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora