A veces, a Tokikaze le encantaría poder negarse a una petición de sus niños, aunque sea una. Y no lo decía porque estas fueran inaceptables o algo así, sino que, sencillamente, quería salvaguardar algo de su orgullo, ya que la inocencia de sus pequeños hijos lo atrapaba con frecuencia en situaciones un tanto... Vergonzosas.
Sinceramente admiraba a esas personas que no les molestaba jugar libremente con los niños, que no le era bochornoso vestir atuendos extravagantes o hacer shows coloridos. Los respetaba, porque era consciente de lo difícil que era traspasar el grueso muro de la timidez, un objetivo que él todavía no podía superar. Era increíblemente patético como un hombre que vivió tantos años y pasó por tanto no podía hacer algo infantil sin morir de pena.
¿Por qué me tiene que pasar esto a mí?, a menudo se lamentaba en su mente.
Desde que el magno reino de Althea descendió de los cielos y se fundió con las tierras del abismo, el mundo original, los alegres niños que veía como a sus hijos se empeñaron en aprender todo lo que la utopía les ofrecía, asimismo querían experimentar hasta la última gota de aquello que les fue privado por la creación del reino flotante. El Blink Baron mentiría si dijera que no calentó su corazón ver a sus chicos, ávidos de conocimiento, tratar de leer todos los libros de la descomunal biblioteca de la capital, era una imagen que le hubiera encantado enmarcar, lo mismo iba para las expediciones que organizaron, todo para conocer cada tramo de su nuevo hogar.
Tokikaze nunca olvidaría la escena de verlos jugar en el césped sin tener que preocuparse por ataques o regaños, presenciar como por primera vez veían las flores o cuando se encontraron con un animal, todo era digno de estar en un álbum para recordar para siempre. Y a la vez dolía, porque esos niños que reían y se maravillaban con descubrir un nido de pájaros apreciaban hasta lo más banal al haber vivido de la precariedad durante demasiados años.
Era asombroso como la candidez de sus almas no se apagó ni se manchó por las duras vivencias que el abismo les dio.
Los amaba, los apreciaba tanto que genuinamente deseaba darles toda la felicidad que pudiera, ya no quería verlos aguantar el hambre ni mucho menos llorar por los padres que eligieron formar parte de la tierra por ellos, simplemente ya no quería ser el espectador inútil de su sufrimiento. Era permisivo y sobreprotector debido a ello, siempre pendiente de cualquier percance y siempre ansiando alegrar esos jóvenes rostros, muchas veces eso lo orillaba a verse envuelto en toda clase de situaciones, con algunas coronando los momentos más penosos de su vida.
Momentos vergonzosos como en el que se había quedado atrapado ahora.
Todo comenzó cuando un pequeño grupo de niñas liderado por Lyne decidieron ir a comprar algunos dulces en las tiendas cercanas a la plaza central de la capital, por casualidades de la vida, a mitad del trayecto de regreso se toparon con un gato blanco con una de sus patas traseras lastimada y en lugar de ignorar al animal, lo llevaron en tiempo récord al veterinario más cercano. Allí descubrieron que era callejero, que su herida no era grave, que era hembra y como la cereza del pastel, la ahora gata estaba preñada.
¿Les dijo que no podían adoptarla? Lo intentó.
¿Lo convencieron de adoptarla? Inevitablemente.
Y así sus niños obtuvieron su primera mascota.
Solo le tomó un par de semanas al animal, al cual llamaron Luna, para entrar en labor de parto y dar a luz a nueve gatitos saludables. ¿Los regalaron? No. El número de mascotas aumentó.
Realmente Tokikaze no tenía ningún problema en cuidar a diez gatitos, su rol era el de verificar que todo fuera por un buen rumbo y saber qué podían darle de comer a los animales y qué no, asimismo era la conexión con el veterinario y quien llevaba a los mininos a los chequeos regulares para que la buena salud se mantuviera, con la obvia compañía de los niños. Además recibía ayuda de sus amigos que, para su sorpresa, más de alguno resultó ser lo que llamaban "una persona de gatos".
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Sentimientos Vetustos
Fiksi PenggemarEn un momento indeterminado un sentimiento nació, y perduró ante juicios y batallas que destrozarían hasta al más fuerte. Este inusual sentimiento provocó un sin fin de situaciones que evidencian su verdad. Múltiples historias sobre una pareja que m...