el cuerpo a la deriva

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Latencia en cada verso, latencia en la nada,
en la forma audible y sonora del vacío
en la delirante silueta de tus voces.
Latencia en medio del veneno que putrefacta el cuerpo floral,
la cura solo tiene la voz y el color del delirio eterno.

Sos de aquello que no se explica.
Sos de aquello que se calla en medio del ruido,
sos de la palabra dormida
sobre la carne desabrida.

Sos de las flores, de las espinas, de los ecos,
sos del vacío, sos de la pérdida.

***

Quiero decir
lo que pesa en el delirio,
eso que muere, eso que nace,
lo que araña la garganta atestada de veranos y venenos,

lo que florece entre la grieta que parte el muro,
el brote entre la espada clavada en el pecho,

¡sí!,
quiero decir el corazón del laberinto,
el corazón de las horas, del florecimiento,
de las latencias como si fueran espasmos poéticos
que brotan de la nada eterna que me abraza.

Quiero decir lo que soy,
lo que muero,
lo que se escapó de mí
y lo que brotó de la desgarradura,
lo que se manifiesta junto a todos mis nombres.

Lo que me salva del veneno,
el coro plagado de formas escapistas,
en medio de un pasillo interminable,
el grito silencioso que parte al medio la noche.

Los fantasmas que habitan las horasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora