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"No sé dónde salió malDesde niño, tengo un signo de pregunta azul en la cabezaQuizás por eso vivo tan intensamentePero cuando miro hacia atrás, estoy parado solo aquíEsa sombra oscura que me traga

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"No sé dónde salió mal
Desde niño, tengo un signo de pregunta azul en la cabeza
Quizás por eso vivo tan intensamente
Pero cuando miro hacia atrás, estoy parado solo aquí
Esa sombra oscura que me traga

Jung-kook estaba acostado en su cama, observaba el techo sin gran interés, a la vez que un cigarrillo reposaba en su mano, y como chimenea, escupía un denso humo tóxico. Su teléfono vibraba y vibraba sin cesar, más él prefería ignorar la molesta bulla, los timbres provenían de los incesantes llamados de ese pertinaz omega. Suspiró y dejó escapar una bocanada de ese mismo vapor grisáceo tóxico, la sustancia qué lo había enredado y arrastrado a ese bajo mundo de las personas de mal vivir. Y sí, había burlado la seguridad de su padre. Nam-joon no se había percatado, pero escondida en su maleta tenía una cajetilla con cigarrillos, y esos cigarrillos no tenían tabaco, sino que su ingrediente principal era el cannabis. Su hormonal lobo finalmente estaba sedado y bien dormido, no despertaría hasta en unas horas. Soltó otro suspiro y recordó su día.

Éste día había sido el comienzo de su nueva vida. Convivir con su padre, tener que estar bajo su tutela, soportar su presencia, Jung-kook odiaría la decisión, si no fuera por esa delicada figura de cabellos mentolados. Oh Yoon-gi, ese precioso omega que parecía muñequito de porcelana, él lo atraía con sus largas pestañas negras que revoloteaban sobre sus felinos ojos de color roble, sus labios delgados de color rojo fresa que gritaban «bésame»; que decir de su infartante cuerpo, podría tener casi cuarenta y verse maravilloso, su piel de color leche y sus pezones dos botones atractivos, sus piernas torneadas eran uff, su cabello tan exótico y su aroma era un delicioso caramelo de menta. Jung-kook no sabía por qué Yoon-gi le había provocado una atracción inmediata. Ese omega debía ser un imán o quizás una droga. Su voz tan melodiosa y suave era una música adictiva. ¿Cómo era posible que tuviera treinta y ocho y se mantuviera esbelto y saludable? Yoon-gi, una musa, una Afrodita asiática, una obra de arte...

Jung-kook sintió su cabeza empezar a dar vueltas, inevitablemente sintió una alegría y volvió a recordar a Yoon-gi. Recordaba cada centímetro de su rostro, cada parte de su cuerpo. Se sentía como un niño en un parque de atracciones. El tiempo parecía ir demasiado lento, pero al alfa joven no parecía importarle. Su cerebro solo quería concentrarse en Yoon-gi y en todo de él, y su corazón latía emocionado. Mientras los minutos avanzaban, Jung-kook sonreía, al mismo tiempo que tararea alguna canción. De verdad sentía una euforia en su cuerpo, como si su batería estuviera cargada nuevamente. Sus delgados labios expulsaban el humo gris del cannabis, y luego lo botó al suelo, su cigarrillo se había terminado. Rebuscó en su ropa y lo encontró, tomó su encendedor y prendió su segundo cigarrillo de la noche. La habitación estaba inundada por el mezclado olor del cannabis y el aroma a whisky del alfa joven. Jung-kook contemplaba su redentor, no supo porque, pero soltó una risita y su cabeza empezó a dar vueltas, su cerebro perdía el control y se sumergía en un mundo utópico que distorsionaba las cosas que lo rodean, dándole formas anormales y hasta cómicas. Su cuerpo empezó a sentirse acalorado y se quitó la camiseta, mientras fumaba. Su mente creaba un mundo surreal.

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