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Pequeña y frágil mariposa, dime¿Qué es lo que tú mirada oculta?¿Qué es lo que tus lágrimas callan?¿Qué es lo que tú alma herida guarda?

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Pequeña y frágil mariposa, dime
¿Qué es lo que tú mirada oculta?
¿Qué es lo que tus lágrimas callan?
¿Qué es lo que tú alma herida guarda?

Había llegado el día menos esperado por Jung-kook, un día que no quería que sucediera, pero nada detiene al tiempo. Su padre se fue a trabajar sin decirle o importarle algo, dejándolo solo con su padrastro. Jung-kook suspiró y desayunó de mala gana, sin mucho ánimo y con deseos de quedar en estado de coma, ese sería un método práctico para no acudir a esa dichosa cita con el maldito psiquiatra.

De verdad que detestaba la idea de ir con un desconocido y hablarle de sus penas como si fueran viejos amigos de toda la vida, «¿Cómo diablos se puede confiar en alguien en solo unos minutos?» De verdad que le parecía una idea descabellada. Además, dejar la marihuana, «¿Acaso están locos?». Era un día trágico para él, un día que parecía que no iba a dar tregua y le iba a azotar sin piedad. Suspiró, cansado y rendido. Solo iría a esa cita porque era Yoon-gi quién lo iba a acompañar y no quería darle tantos problemas a ese precioso omega.

Lo único bueno de esa mañana era la comida de Yoon-gi, su paladar disfrutaba cada detalle de aquel exquisito Jajangmyeon preparado por las manos benditas del bonito omega. Sus manos manejaban los palillos y llevaban a su boca los deliciosos fideos, cuando Yoon-gi se hizo presente, recién bañado y cambiado, acompañado de su delicioso olor a caramelo de menta. A Jungkook se le caía la baba y los ojos le brillaron, Yoongi, se veía tan hermoso, con sus exóticos cabellos mentolados, un par de aretes largos y una camisa blanca, y sus labios rojizos, eran apetecibles e incitaban al beso. Todo contrastaba perfectamente con él.

A Jung-kook no le dejó de latir el corazón

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A Jung-kook no le dejó de latir el corazón. Aquello le pareció extraño, ¿Por qué su corazón latía como enamorado al ver a su padrastro? No entendía sus sentimientos, todo era tan confuso. Por el contrario, su lobo lo tenía claro, «es demasiado hermoso, pero se vería aún más bello con un vientre abultado». Obvio que al alfa joven no le parecía y negaba rotundamente tener un sentimiento por su padrastro, en mayúsculas y muy claro, era su padrastro, un omega quince años mayor que él y emparejado con su padre, su padrastro. Podía ser atractivo, pero con él no podía existir algo más.

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