8.5.- El segundo en su nombre.

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El estruendoso sonido de las campanas sonó por todo Kings Landing anunciando el nacimiento del hijo de la reina Alicent.

A pesar de que había querido estar con ella durante el parto, las nodrizas y el maestre no lo permitieron, por lo que había pasado las horas de alumbramiento en mis aposentos, nerviosa y dando tantos círculos en él, que parecía que formaría un hoyo en el piso. Al sonar los primeros campaneares, corrí a la habitación real encontrando ahí a mi padre, la mano del rey y a las mujeres limpiando a la reina.

— Es un niño— dijo feliz mi padre cuando me vio en la entrada. "Un niño", mi primer hijo era un príncipe. Sentí una sonrisa enorme nacer en mi rostro e inmediatamente me acerqué al rey que lo cargaba con adoración.

— ¿Puedo cargarlo, padre? — pregunté emocionada. Tanto que la misma mano del rey se sorprendió por mi felicidad. Conociéndolo, él probablemente pensaría que me sentiría amenazada por la llegada del bebé varón, cuando era todo lo contrario.

— ¡Por supuesto hija! Es tu hermano, Aegon— respondió orgulloso el rey pasando al pequeño hombrecito a mis brazos.

— Aegon—susurré enternecida. El bebé era tan pequeño que se sentía tan frágil en mis brazos, delgados mechones blancos adornaban su cabecita y su rostro era tan adorable que hizo que lágrimas asomaran mis ojos. Su respirar era tranquilo y una de sus pequeñas manos se movió a la mía que apretaba sus cachetitos, tomando mi dedo anular en su puñito. Con cuidado caminé hacia la reina que lucía exhausta en la cama, su rostro se veía adormecido, pero aun así me observó atentamente mientras cargaba a nuestro hijo —¿Ya conoció a Aegon mi reina? Es un niño fuerte y hermoso— murmuré sentándome en la cama, Alicent me veía con un gesto indescriptible, sus ojos brillaban fuertemente y su mano se movió para apretar la mía de manera disimulada antes de que lo pasara a sus brazos.

La reina lloró cuando lo cargó, lágrimas de felicidad recorrían sus mejillas y lo apretó a su pecho con amor inenarrable.

— El príncipe debe de comer hija, dejemos a la reina para que pueda alimentarlo — me habló mi padre tomándome del brazo para que saliéramos del cuarto e ir al consejo. A regañadientes lo seguí, mi corazón me pedía quedarme con la mujer que me pidió lo mismo con los ojos, sin embargo, que tuviera tanto acercamiento a Alicent levantaría demasiadas sospechas en los presentes — No puedo creerlo, mi primer hijo — dijo con dificultad mi padre tomando asiento en su silla. Su salud no había hecho más que empeorar con el tiempo y a pesar de que él lo ocultó de mí, me había enterado de que partes de su cuerpo estaban oscurecidas, al grado que el maestre había tenido que cortar dos de sus dedos para evitar que la muerte se esparciera por su brazo.

— Es tan pequeño — contesté aún en la nube de la felicidad.

— Debes de cuidarlo como tu hermano Rhaenyra, a él le vendría bien pasar tiempo contigo, claro si es que Lady Laena no pide mucho de tu tiempo... por cierto ¿cómo va ella con su embarazo? — interrogó suave mientras quitaba la falsa esponja que acompañaba en mi abdomen para simular mi supuesto embarazo con Laenor, uno que justamente había coincidido con el de su hermana.

— Todavía le faltan unos meses padre, el maestre dice que el bebé será sano por el gran tamaño que tiene su vientre. Podría llevarse bien con Aegon cuando nazca, compartir cuna hará que su vínculo sea fuerte — propuse casualmente, lo que más quería era tener a todos mis hijos juntos y esa sonaba como un motivo convincente.

— Sería maravilloso hija, me alegra que no guardes malos sentimientos acerca de él. Cuando esté más grande podría ser un gran apoyo en tu reinado— afirmó el rey tomando mi mano sobre la mesa.

— Padre, hay algo más que me gustaría pedirte — hablé nerviosa, viéndolo firmemente.

— ¿Qué es Rhaenyra? — preguntó curioso.

My Grace (Rhaenicent g!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora