11.- Ojo por ojo.

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— ¿Cómo permitieron que esto pasara? Quiero respuestas— exigió el rey Viserys a los guardias. Después de la pelea nos habían traído al salón de Driftmark para curar nuestras heridas, yo sólo había ocupado un par de puntos en el brazo y hombro, el maestre aseguró que nada de importancia había sido dañado y que las cicatrices serían apenas visibles. Por otro lado, estaba Aemond que había perdido el ojo y el corte que travesaba casi toda su cara no hacía más que supurar sangre a pesar de que las puntadas estaban ya cerrando la herida.

— Los Príncipes deberían de haber estado en cama mi rey— respondió el viejo guardia con temor. El enojo del rey era palpable y yo no pude evitar de sentir temor ahora que se sabría la verdad.

— ¿Quién tenía la guardia? — preguntó serio el cansado y enfermo hombre.

— El joven príncipe fue atacado por sus primos, majestad... y por el príncipe Aegon— informó dándome miradas acusatorias el caballero.

— ¡Juraron proteger a mi sangre! — gritó el rey poniéndose de pie.

— La guardia real no defiende a príncipes de príncipes— intervino Sir Criston Cole con frialdad.

— ¡Esa no es una respuesta! — exclamó fúrico por la estúpida excusa que el guardia jurado a su esposa e hijos le había dado.

— Va a sanar ¿no es cierto maestre? — preguntó bajo la mano del rey al hombre que terminaba de coser al príncipe.

— La piel sanará, pero ha perdido el ojo mi lord— explicó concentrado en su labor el mejor maestre de Driftmark.

— ¿En dónde estabas? — inquirió mi abuelo Otto acercándose a mí para tomarme del cuello de mi camisa de dormir con fuerza — ¡¿Por qué dejaste que le hicieran esto a tu hermano?! — gritó en mi rostro.

— ¡¿Qué es esto?! — intervino Lady Rhaenys bajando las escaleras que llevaban a la habitación — ¡Baela! ¡Rhaena! ¿Qué pasó? — interrogó preocupada acercándose a mis dos hermanas que tenían sangre en el labio y en la nariz por los golpes dados, las dos se soltaron a llorar en sus brazos en busca de consuelo.

En eso mi madre Rhaenyra entró al salón consternada, caminando hasta donde estábamos Jace, Luke y yo, los tres con rastros de sangre en el rostro.

— ¡Aegon, Jace! — dijo igual de preocupada que Lady Rhaena — ¡Luke! — murmuró viendo la nariz inflamada y probablemente rota del más pequeño. Detrás de ella entro mi madre Alicent con el rostro desfigurado por la escena que estaba presenciando, se acercó a dónde estaba yo, observando las puntadas en mi frente, hombro y brazo.

— Mi dulce niño ¿qué es lo que te pasó? — susurró al borde las lágrimas, abrazándome con fuerza.

— Estoy bien mamá— respondí firme para evitar que llorara — Aemod es el más afectado, deberías ir con él — agregué en su oído para que solo ella escuchara, sus ojos se movieron de los míos y se posaron en mi hermano que veía la escena con recelo.

— Aemond— dijo yendo hacia él, tomando su rostro entre sus manos y cerró sus ojos con pesar al ver que la enorme herida que tenía.

— Aegon, muéstrame — ordenó Rhaenyra pidiendo que alzara la transparente camisa que dejaba al descubierto los cortes. Su mano apretó mi ante brazo con cariño y sus ojos igual de violetas como los míos se oscurecieron del dolor al verme en este estado.

— ¿Quién lo hizo? — preguntó mi madre Alicent, observando la escena de todos nosotros heridos.

— ¡Ellos me atacaron! — gritó Aemond molesto.

— ¡Él atacó a Baela! — contestó mi hermano Jace. De pronto la sala se llenó de las voces de mis cinco hermanos en un sonido inentendible por no dejarse hablar.

My Grace (Rhaenicent g!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora