~Capítulo 7~

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Finalmente el tiempo había transcurrido lo suficiente y era viernes en la tarde, recién acabamos de salir de la escuela, Charlotte y yo queríamos visitar a Sorellí después de clases, teníamos la intención de convencer a sus padres de levantarle el castigo, después de todo ella no lo merecía, antes decidí pasar por una panadería y comprarle algunos dulces como compensación por meterse en problemas por mi culpa. Pasamos por una de las mejores panaderías de nuestro pueblo, cercanos a ella el aroma a recién horneado inundaba el aire aún estando dentro del auto, tal y como cuando era una niña y mis padres me trajeron por primera vez, era uno de esos escasos buenos recuerdos en familia, sin tiempo para detenerme a recordar finalmente salimos del coche y abrimos la puerta de entrada cuidadosamente decorada sonando una pequeña campana que anunciaba nuestra visita, adentro el ambiente era cálido, la vista se deleitaba con todos los muchos tipos de coloridos pasteles que adornaban el lugar, entre ambas escogimos una bonita caja de donas que se veían muy apetecibles, tanto que sin darnos cuenta se nos abrió el apetito, invité a Charly a escoger algún aperitivo, seleccionó un cupcake igual que yo y nos sentamos un rato dentro del lugar mientras deleitabamos el paladar. En medio de aquel agradable momento una notificación llama mi atención

- Hola :) hoy tampoco viniste a clases

Ian y yo nos habíamos escrito recientemente ahora que tenía su número, contesté el mensaje y no le di mayor importancia.

- ¿Quién era? -preguntó mi acompañante de cabello rubio-

- Solo era Ian, el chico del que te hablé

- Ooh, él -puso una cara de desaprobación-

- ¿Qué pasa?

- Sabes que no me gusta criticarte linda, pero todo eso de tu plan es un poco....no sé, quizás no tengas el éxito que esperas

- Estoy confiada que sí, parece que conoce muy bien al cretino de Valentino, además fue tu propio consejo

- No utilices eso en mi contra -replicó dando un último mordisco- es más ya deberíamos irnos antes de que sea yo quien se coma esas apetecibles donas

Después de todo un camino y una batalla interna muy intensa por no mirar la caja de dónde provenía un delicioso aroma dulce llegamos a la mansión Baek, fuimos recibidas con una cálida bienvenida de los padres de Sorellí, aprovechamos la ocasión para hablar con ellos, fue una plática extensa pero entre súplicas y algún que otro chantaje emocional de Charlotte el matrimonio estuvo de acuerdo en que ya había aprendido la lección, eso me llenó de alegría, sentía que me libraba de la culpa, subimos a la habitación de la pelinegra con suma cautela de no ser detectadas, llamamos a la puerta sin hacer ruido aún hasta que finalmente nos dió permiso a pasar.

- ¡Visita sorpresa! -exclamamos a la vez-

Sus ojos verdes se iluminaron con nuestra llegada, era casi palpable la emoción que manifestaba.

- Trajimos donas, tus favoritas -le dije mostrándole la caja-

- Y tía Agnes te manda este detallito -agrega mi compañera sosteniendo su celular-

- Se supone que estoy castigada

- No no, lo estabas, resulta que tenemos el poder del convencimiento -dice la rubia-

- Ustedes si son increíbles -rebosa de felicidad y nos abraza-

El momento de pura felicidad fue interrumpido por una voz masculina que irrumpía en la habitación.

- ¿Sore, has visto mi sudadera gris? La he buscado por todos lados y está desaparecida junto con algo más de ropa que... -el chico se da cuenta de que su hermana no se encontraba sola- hola chicas, lo siento no sabía que habían venido

Rostro prestadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora