1. Ella

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"¡Ah! Por cierto, ¿cuál es tu nombre?"

- Martin, ¿por qué trajiste tu guitarra? - le pregunté a mi mejor amigo mientras íbamos de camino al colegio.

- Porque la voy a llevar a mi otra casa después de clases y quiero que me enseñes a tocar, porfa - me respondió.

-Claro, voy a enseñarte en una hora lo que yo aprendí en dos años - le dije de forma sarcástica.

Cuando llegamos a su salón de clases, Martin sacó su guitarra y me la prestó un rato.
Yo no pertenecía al salón de Martín, así que sus compañeros me miraban con indiferencia; cuando empecé a tocar llamé la atención de algunas personas, a pesar de que era la primera vez que visitaba el salón de mi amigo, no me molestaba ser el centro de atención.

Poco a poco, me rodearon varios estudiantes insistiendo en que tocara canciones que no conocía, y me puse algo nervioso.
Martin se sentó alado mio para que le enseñe a tocar, entonces saqué una moneda de mi bolsillo y comencé a tocar mi canción favorita de todos los tiempos: "De Música Ligera".

Poco duró mi alegría cuando me percaté de que casi nadie conocía esa canción...

Terminé de tocar tranquilamente; pero entre el público escuché los aplausos de una chica que decía: "Me gusta esa canción".

- Bueno, tengo que irme Martín - le dije a mi amigo entregándole su guitarra. Se me hacía tarde y tenía que ir a mi salón.

Cuando me voltie, me encontré con aquella chica quien me dijo:
- Oye, tocas muy bien, ¿quieres ayudarme a terminar unas letras? -

...

Internamente me estaba muriendo, ya que esa fue la primera vez que conocí a otro ser humano con el mismo gusto por la música que yo, así que recobré la compostura y acepté su propuesta fingiendo desinterés.

- ¿¡Enserio!? Gracias, ¿me das tu número o algo para escribirte? - me respondió ella muy emocionada.

Sin pensarlo, tomé un esfero y escribí mi número en su mano con algo se prisa, ocultando (casi) exitosamente mi vergüenza.

Y estaba a punto de irme, hasta que le dije:
- ¡Ah! Por cierto, ¿cuál es tu nombre? -

- Diana - me respondió estrechándome la mano.

Cuando llegué a mis salón, le conté a mis amigos todo lo que había hecho y no me creyeron, pero al menos yo estaba feliz.

El resto del día solo pensaba en esa chica, en su voz, en su cabello dorado y rizado adornado con unos auriculares, en lo lindo de sus ojos a través de sus lentes...

Mi amiga que estaba alado me notó divagando en pensamientos y me interrumpió diciendo:
- Alex, ¿estás muy callado o solo estás pensando en esa chica? -

- ¡NO! , nada de eso, ni siquiera me gusta... - dije rápido e inadvertido.

- Y entonces, ¿por qué no vas y hablas con ella? - me respondió.

- Porque si no le hablo, genero misterio en esa persona aumentando su interés en mí - dije con elocuencia.

(No puedo creer que haya dicho esa estupidez)

Más tarde, recibí un mensaje de ella y comenzamos a hablar; más que ayudarle a escribir letras, ella necesitaba convertir sus escritos en canciones y eso fue lo que hice.

Diana me envió algunos audios cantando en inglés y español, fue lo más hermoso que había escuchado nunca. Su voz era brillante y cálida, entonaba demasiado bien con una alegría que se sentía mágica; puedo asegurar que es la única voz que me transmitía paz al escucharla.

Uno de esos audios llamó fuertemente mi atención por su letra:

"... y de tu mano ir caminando, junto al lago pasear un rato e ir descubriendo a tu lado lo que es bueno y lo que es malo..."

"... de lo que esté en mi camino, decirle: 'No, muchas gracias primo'. Y es que yo estoy comprometido..."

"... en ama-ar-te".

Nuestro FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora