Capítulo 9

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Abril

—Lindo disfraz —me molestó Bill cuando me vio entrar al depósito.

Yo estaba con mi ropa de trabajo, pero sin la boina, con el cabello suelto, y me había cambiado los tacones por mis Converse altas negras y blancas, de otro modo no hubiese podido caminar las cuatro calles que separaban Verónica's del depósito.

La broma de Bill se sintió completamente fuera de lugar dentro del ambiente lúgubre de aquel sitio.

Maia y Oliver estaban sentados en el sofá de dos cuerpos, Bill apoyado contra una de las paredes junto a la entrada con los brazos cruzados sobre el pecho, y Travis sentado sobre una de las cajas de metal que usaban para transportar los instrumentos.

—Se llama uniforme. Algunos no tenemos la suerte de poder usar un simple traje en el trabajo —me defendí de su burla mientras saludaba a Oliver y Maia con un abrazo, luego pasé junto a Bill y simplemente le di un golpecito con mi puño en el bíceps, a lo que él sonrió divertido.

—Siento que ha pasado una vida desde la última vez que te vimos —comentó la de cabello cobrizo antes de darle un trago a la cerveza que sostenía en una mano—. Y me encanta ese nuevo look —agregó, haciendo un círculo en el aire con su índice, señalando mi cabeza.

Lo cierto era que sí, últimamente no nos veíamos mucho. Debido a la universidad y mi trabajo, ya no tenía tiempo para pasarme por el depósito cuando ensayaban. Apenas nos veíamos en alguna que otra fiesta los fines de semana —cuando Travis tenía ganas de salir—, en alguna presentación de la banda en un bar, y por el campus cuando nos cruzábamos ocasionalmente.

Mi vida se había resumido a dormir, universidad, trabajo, actualizar las redes sociales de la banda, comer, y volver a dormir.

—Si, te ves increíble —comentó Oliver con una bonita sonrisa que le correspondí a modo de agradecimiento, y Travis lo fulminó con la mirada, pero el rubio ni siquiera se dio cuenta.

Me acerqué al alto y me acomodé entre sus piernas, apoyándome con mis manos en sus muslos para impulsarme y así dejar un beso en sus labios.

—¿Por qué no te cambiaste? —preguntó en un tono acusatorio y bajo para que solo yo pudiera escucharlo, mientras deslizaba sus manos por mi cintura y mi espalda baja.

—Porque no tuve tiempo. Me dijiste que me diera prisa.

—Pero sí tuviste tiempo para cambiarte los tacones. —Mantuvo su mirada fría fija en mis ojos, y me sentí intimidada.

Decidí que era mejor no avivar esa naciente y absurda discusión, así que simplemente me di vuelta en sus brazos y me recargué contra él, que llevó sus manos a mi abdomen para acariciarlo por sobre mi vestido.

—Bueno, ¿me van a decir qué está pasando? —indagué al ver al cantante, al bajista, y a la baterista cabizbajos.

—Ewan llamó a mi padre esta mañana para hacerle una propuesta —respondió Maia, luego de un prolongado silencio que nadie más se atrevió a interrumpir, a la vez que se acomodaba mejor en el sofá, apoyando un brazo sobre la pierna de Oliver.

¿Cómo seguiría la historia entre ellos? ¿Había una historia, después de todo?

Hice una nota mental para acordar un encuentro con ella y las chicas. Lo necesitaba.

En fin, Travis me había contado que el día de la reunión para la devolución de su demo, Ewan les había dicho que estaba fascinado con su música, que eran increíblemente talentosos, y que definitivamente quería trabajar con ellos. Sin embargo, en ese momento tenía demasiado trabajo con algunos lanzamientos que haría su productora, así que había quedado en volver a contactarlos en cuanto tuviera el tiempo que ellos merecían que les dedicara y una propuesta formal. Los chicos habían tomado aquello como el típico «te llamaremos» de las entrevistas de trabajo que se traduce como «no te vamos a llamar una mierda», así que estaban bastante desmotivados, y esa había sido la excusa de Travis para haber llegado al departamento drogado hasta la médula esa noche.

Oasis [Bilogía "Abismo", libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora